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Friday, June 25, 2010

Los seis meses

La Frijolita ya cumplió seis meses y estoy adorando esta edad. Ya dejó de ser un bodoquito adorable que se dedica a comer y dormir y se está convirtiendo en una niña pequeñita que cada vez más va mostrando su personalidad.

Es increíble ver cómo esa cosita que casi no se movía ahora no se está quieta y responde a todos los estímulos a su alrededor. A estas alturas ya sé qué canción le gusta más para jugar y cuál para dormir; ahora sé que sus risas no son un reflejo fisiológico sino una respuesta a alguna tontería mía, de su papá o de nuestra perrita Xuni.

No dejo de sorprenderme al ver cómo va conociendo el mundo, cómo el sonido que hace un ave le parece tan extraordinario, cómo el sabor del puré de pera es un descubrimiento enorme para ella y cómo cualquier paisaje, por sencillo que sea, le resulta sorprendente.

Qué rico debe ser que el mundo sea todo nuevo para uno, tomamos tantas cosas por hechas que ya no nos detenemos a observar todas las maravillas, grandes y chiquitas, que existen a nuestro alrededor.

La Frijolita va poco a poco convirtiéndose en una personita y yo disfruto mucho ser a la vez observadora y participante en el proceso.  Estamos aprendiendo los tres juntos.

¿Qué estamos aprendiendo actualmente? Estamos aprendiendo a comer sólidos, a gatear y a balbucear, todas ellas actividades difíciles y extenuantes, eso de aprender a no succionar sino "comer", a doblar las rodillas y levantar las pompis y a mover la boca para emitir sonidos que se parezcan a los que hacen mamá y papá no es cosa fácil, toma tiempo, práctica y paciencia de todas las partes involucradas.

Hoy sabemos que el cereal de arroz, el puré de blueberries con manzana, el de manzana y el de pera son éxitos totales, que la papilla de butter squash no es del agrado de su paladar y que no está muy segura sobre los chícharos; sabemos que intenta con todas sus fuerzas gatear, que a veces se cansa y se rinde, pero que siempre lo vuelve a intentar (creo que es algo terca como sus papás) y sabemos que está tratando de imitar el "ma- ma" que tanto le repetimos, pero que, honestamente, es más divertido hacer trompetillas, sobre todo a la hora de la comida, sobre todo si es butter squash, sobre todo si está estrenando blusa mamá.

Mientras más crece la Frijolita, es más demandante, quiere más atención y distracciones, quiere que jueguen con ella, que le lean, que le canten. Atrás quedaron los días en que dormía casi todo el tiempo y podíamos dejarla en su cunita y hacer otras cosas; ahora todo el día es tiempo que hay que invertir en ella. Al principio me costaba trabajo pensar en qué hacer, pero la realidad es que los bebés son muy fáciles de complacer, no requieren de clases complicadas ni de juguetes costosos, lo que necesitan es tiempo, tiempo para que extiendas una sábana en el piso y te tires a su lado mientras hacen lo suyo (tratar de sentarse, tratar de gatear, rodarse de un lado a otro), tiempo para leerles un cuento, para cantarles, para estar con ellos. Todo ello ha requerido de un ajuste de mis días y de un sistema un poco más rígido de organización de mi propio tiempo (próximo post al respecto) pero todo vale la pena, sobre todo cuando llega mi momento favorito del día: dejar a la Frijolita en pañal, acariciarle la espalda y hacerle cariñitos hasta que llega la hora del baño.

Qué rico es aprender a disfrutar de los placeres más pequeños con alguien tan pequeño. Amo esta edad.

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