Cuando estaba embarazada, uno de los primeros consejos que me dieron otros papás jóvenes fue: "trata de dormir lo más que puedas porque después ya no vas a poder". "Pamplinas", pensaba, "eso de que no se puede dormir nunca igual después de tener un hijo es uno de esos mitos que usan los papás para asustar a los demás o para buscar un poco de simpatía y compasión". Ahora todos los días me doy diez latigazos en la mañana por haber pensado tal tontería.
Todos, TODOS, tenían razón. Mi hija es una maravilla, se porta bien, todo el tiempo está sonriendo, es la mejor bebé durante todo el día, pero pareciera que en las noches se transforma en un bebé totalmente diferente, algo que el esposo y yo hemos llamado el "Fenómeno del Baby Jekyll y Baby Hyde", y por tanto, las noches han sido muy complicadas desde que nació.
Todos, TODOS, tenían razón. Mi hija es una maravilla, se porta bien, todo el tiempo está sonriendo, es la mejor bebé durante todo el día, pero pareciera que en las noches se transforma en un bebé totalmente diferente, algo que el esposo y yo hemos llamado el "Fenómeno del Baby Jekyll y Baby Hyde", y por tanto, las noches han sido muy complicadas desde que nació.
Si bien me chocan las mamás que lo único que hacen es quejarse de sus hijos como si fuera deporte olímpico y ellos fueran un castigo del Señor (cuando obviamente los adoran), y no pretendo tirarme al drama ni mucho menos, creo que merezco un poquito de desahogo, sobre todo si toman en cuenta que tras un embarazo nada fácil y ocho meses de nacida la Frijolita llevo la fabulosa cantidad de quince meses sin dormir bien o casi nada.
La verdad sea dicha, yo tenía expectativas muy altas sobre la forma en la que la bebé iba a dormir. Mi mamá siempre presume el hecho de que tanto mi hermano como yo comenzamos a dormir toda la noche (bueno, de 12 AM a 6 AM) desde que teníamos UN mes de edad, así que las primeras semanas que pasé como mamá, totalmente desvelada y adolorida, tratando de amamantar, cambiar pañales y arrullar a mi bebé, las pasé diciéndome "pronto pasará, cuando cumpla un mes todos volveremos a dormir". Cuando la Frijolita cumplió un mes y se siguió despertando tres veces cada noche busqué consuelo en alguien más y encontré a un amigo que me dijo que todo se volvía más fácil pasando los primeros noventa días. Cuando cumplió los tres meses y siguió despertándose tres veces busqué consuelo en las experiencias de otros padres. Ahora que ya cumplió ocho me he convertido en la referencia y consuelo de otros ("uy ni te quejes, la bebé de la Galle y el Maple Pie ya tiene ocho meses y todavía no duerme toda la noche").
He buscado la explicación para el hecho de que a mi hija no le de la gana dormir más de tres horas de corrido en todos lados, hasta en la "suerte"; con total convicción he llegado a pensar que es mi culpa que esto pase porque las primeras tres noches (por separado) que la nena durmió la noche completa tuve la fabulosa idea de anunciarlo por Facebook. He llegado a pensar que sin duda lo que sucede es que me estoy echando la sal solita, así que la última vez que durmió de 9 PM a 7 AM ni de broma se lo comenté a nadie (aunque celebré con el esposo dando de saltos en los sillones).
Mi teoría se fue al traste cuando a mi nena se le ocurrió despertarse dos veces la noche siguiente. La frustración y el cansancio no se hicieron esperar, y desde entonces no me he dejado de hacer la misma pregunta:
¿Por queeeeeee a miiiiiiiiiiiiiii?
¿Por qué si sigo los consejos de los libros y los sitios sobre bebés? ¿Por qué si tengo una rutina nocturna perfecta (cena, baño, masaje, lectura, canción de cuna, habitación a temperatura ideal y oscura)? ¿Por qué si he seguido al pie de la letra el método Ferber? ¿Por qué si cuando voy a verla cuando se despierta no tiene hambre, ni frío, ni calor, ni está mojada? ¿Por qué si no le gusta dormir en nuestra cama? ¿Por qué, amada hija mía, me despiertas dos o tres veces cada noche, todas las noches, y aún así te despiertas a las 5.30 AM, aunque sea sábado o domingo? ¡¡¡¿¿¿POR QUÉ SI SOY TAN BUENA, POR QUEEEEEEEE???!!!
La respuesta no la tengo, y francamente, no creo que tenerla sea tan importante como saber cómo hacer para que ya no suceda. El esposo y yo repasamos con cuidado los acontecimientos de los días anteriores a las noches en las que ha dormido por ocho o hasta diez horas seguidas en busca de pistas que nos permitan saber cuál es la fórmula para que todos podamos descansar mejor. Hasta ahora no hemos encontrado ninguna.
Todo parece indicar, según lo que hemos leído, que lo que sucede es que, simple y llanamente, cada bebé es diferente, y que si bien podemos aplicar todas las técnicas habidas y por haber, su propio crecimiento puede afectar los patrones de sueño de formas que a veces los papás no entendemos. Por ejemplo, hemos leído que hay bebés que duermen bien hasta que empiezan a pararse o a caminar porque el descubrimiento de su movilidad los saca de onda y hace que "nomás porque pueden" se sienten o se paren en la noche (¿quién quiere estar acostado y dormido cuándo es posible caminar? ¡wiiiiiii!).
Racionalizar estas cuestiones es más simple cuando NO son las 3 de la mañana y lo único que quieres escuchar es... nada sino silencio; en cambio, cuando son las 3 de la mañana y estás de lo más irascible, cualquier intento por razonar con uno mismo o con el otro puede resultar en un intercambio de vituperios contra todos los teóricos del sueño infantil.
Nosotros, en aras de la salud mental, hemos decidido dejar atrás el método Ferber (aquél donde dejas que el niño llore por periodos cortos hasta que aprenda a calmarse solo y dormir la noche completa) porque no nos está funcionando muy bien y ha hecho que nos sintamos como los peores monstruos del universo, sobre todo a partir de que hace dos noches lloró tanto que vomitó. Si bien es un método que puede funcionarle muy bien a algunas familias, a nosotros nada más nos está torturando. En su lugar, intentaremos el método de Elizabeth Pantley... y a ver cómo nos va porque aunque entendamos que cada bebé es diferente, no podemos quedarnos sin hacer nada viéndonos las caras los tres a mitad de la noche.
Por todo esto, últimamente no hay nada que desee más que volver a dormir como antes, a pierna suelta y sin interrupciones. En eso estaba pensando, y preguntándome cuándo volvería a dormir así de rico cuando recibí una llamada de mi mamá temprano en la mañana.
"¿Tú me llamaste anoche como a la 1 AM mías?", preguntó un poco preocupada, "no ma, para nada, no fui yo", contesté, "¿pero estás bien?", "sí claro, todo bien", "ah, es que alguien marcó a esa hora y no alcancé a contestar y pensé que eras tú y te marqué al celular pero no entró y luego a tu casa y tampoco entró y entonces esperé que volvieras a marcar y como ya no marcó nadie y yo pensé que eras tú y necesitabas algo, pues... ya no dormí bien toda la noche".
Gracias mami, sin querer, contestaste mi pregunta. La respuesta es: NUNCA.
Todo parece indicar, según lo que hemos leído, que lo que sucede es que, simple y llanamente, cada bebé es diferente, y que si bien podemos aplicar todas las técnicas habidas y por haber, su propio crecimiento puede afectar los patrones de sueño de formas que a veces los papás no entendemos. Por ejemplo, hemos leído que hay bebés que duermen bien hasta que empiezan a pararse o a caminar porque el descubrimiento de su movilidad los saca de onda y hace que "nomás porque pueden" se sienten o se paren en la noche (¿quién quiere estar acostado y dormido cuándo es posible caminar? ¡wiiiiiii!).
Racionalizar estas cuestiones es más simple cuando NO son las 3 de la mañana y lo único que quieres escuchar es... nada sino silencio; en cambio, cuando son las 3 de la mañana y estás de lo más irascible, cualquier intento por razonar con uno mismo o con el otro puede resultar en un intercambio de vituperios contra todos los teóricos del sueño infantil.
Nosotros, en aras de la salud mental, hemos decidido dejar atrás el método Ferber (aquél donde dejas que el niño llore por periodos cortos hasta que aprenda a calmarse solo y dormir la noche completa) porque no nos está funcionando muy bien y ha hecho que nos sintamos como los peores monstruos del universo, sobre todo a partir de que hace dos noches lloró tanto que vomitó. Si bien es un método que puede funcionarle muy bien a algunas familias, a nosotros nada más nos está torturando. En su lugar, intentaremos el método de Elizabeth Pantley... y a ver cómo nos va porque aunque entendamos que cada bebé es diferente, no podemos quedarnos sin hacer nada viéndonos las caras los tres a mitad de la noche.
Por todo esto, últimamente no hay nada que desee más que volver a dormir como antes, a pierna suelta y sin interrupciones. En eso estaba pensando, y preguntándome cuándo volvería a dormir así de rico cuando recibí una llamada de mi mamá temprano en la mañana.
"¿Tú me llamaste anoche como a la 1 AM mías?", preguntó un poco preocupada, "no ma, para nada, no fui yo", contesté, "¿pero estás bien?", "sí claro, todo bien", "ah, es que alguien marcó a esa hora y no alcancé a contestar y pensé que eras tú y te marqué al celular pero no entró y luego a tu casa y tampoco entró y entonces esperé que volvieras a marcar y como ya no marcó nadie y yo pensé que eras tú y necesitabas algo, pues... ya no dormí bien toda la noche".
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