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Friday, January 18, 2013

Nuestros hijos NO son nuestros enemigos

Suena lógico, pero al parecer, nos cuesta mucho trabajo entender que nuestros hijos no son enemigos a los que hay que someter por la fuerza para que se comporten como nosotros queremos, cuando queremos.

Quizá piensen que exagero, pero la realidad es que así es como tratamos a los niños, lo que pasa es que utilizamos una serie de eufemismos para disfrazar nuestras acciones de buenas intenciones.

Tan solo piensen en la frase "los niños deben aprender a comportarse" ¿qué es en realidad lo que implica esta frase? Que esperamos que los niños se adecúen a nuestras reglas y expectativas aunque tenga que ser por la fuerza. ¿O qué es lo que en realidad nos dice una frase como "hay que corregirlos a tiempo" o "es mejor una nalgada a tiempo"? Nos dice que a los niños hay que entrenarlos a golpes (sí, una nalgada, es un golpe por donde lo quieran ver).

Yo estoy francamente harta de escuchar tantas estupideces con respecto a "cómo se debe de educar a los niños". Escuchar cosas como "es que tienen que aprender", "es que no se les puede permitir", y otras por el estilo no hacen sino ponerme los pelos de punta y sentir mucha pena por sus hijos o esperar que nunca tengan hijos propios porque qué horror vivir una vida de confrontación.

Lo repito, nuestros hijos NO son nuestros enemigos, ni vale la pena vivir tratando de imponer nuestra razón solo porque "lo digo yo" o porque sí. ¿Qué es lo que estamos enseñando, que el que pega o grita más fuerte gana? ¿Que lo que piensen, sienten o quieran no importa? ¿Que "tienen" que hacer tal o cual cosa por miedo y no por convicción de que es lo correcto? Qué flojera, y luego nos extrañamos de que el mundo esté tan mal.

La Frijolita tiene tres años y el Borreguito tiene uno y mi vida está llena de disyuntivas y de oportunidades para IMPONER o para ENSEÑAR (que no es lo mismo, entendámoslo de una vez).

Ejemplos les tengo algunos:


  • La Frijolita tiene el pelo algo rebelde y la peino todos los días. A veces me dice que no, que no quiere "ponies" (colitas), y me lo dice muy seria. Sus razones tendrá, lo más probable es que sea porque no le da la gana que la peine ese día. Mis opciones son dos:
    • La obligo a dejarme que la peine, aunque llore, aunque le moleste, aunque haya expresado con todas sus palabras que NO QUIERE colitas. Aquí gana ¿quién? ¿YO? Sí, se ve más bonita y no trae todo el pelo en la cara, pero ¿es una batalla que vale la pena pelear? ¿Vale la pena enseñarle a mi hija que no me interesa lo que opine porque la que manda soy yo? 
    • Le digo que está bien, le ofrezco siquiera un brochecito para que no se le venga el pelo a la cara (el 99% de las veces me dice que sí). Le pido un besito y se acabó. Sin gritar, sin pelear, sin lágrimas, nada. ¿Está greñuda? Sí. ¿Es el fin del mundo? No me lo van a creer pero NO.
  • La Frijolita no quiere ponerse la chamarra. Estamos a -10°C y tenemos que salir. Mis opciones son:
    • Obligarla a ponerse la chamarra, aunque grite, aunque patalee, aunque se retuerza porque yo mando y no me importa si tengo que lastimarla un poco para terminarla de vestir.
    • Hablar con ella, abrir la puerta y dejarla que salga tantito o que saque la mano "¿ya viste que hace mucho frío? Sin chamarra no podemos salir porque te va a dar más frío y te puedes enfermar. Mira, vamos a ponernos la chamarra y podremos salir a jugar y a hacer las cosas que tenemos que hacer ¿sale?". Oh, milagro, FUNCIONA porque resulta que los niños SI razonan, no son animalitos.
  • El Borreguito está llorón. Porque... no sé ¿porque sí? ¿Porque tiene un año y quiere expresarse y no puede todavía? Porque quiere brazos, porque está cansado, porque le están saliendo los dientes, porque está aburrido porque quién sabe. Opciones:
    • Gritarle que se calle, enojarse y que se de cuenta de nuestra desaprobación con miradas matadoras.
    • Ignorarlo y dejarlo llorar y gritar hasta que se canse (la opción favorita de muchísima gente).
    • Acercarse a él, levantarlo, abrazarlo y preguntarle si quiere agua o leche o chichi. Revisar si todo está bien (el pañal, los dientes, etc.). JUGAR con él, PONERLE ATENCIÓN (¡el horror!). Si sigue llorando, sentarnos a su lado y estar presentes mientras se le pasa, aunque en general tan solo con levantarlos y ponerles atención basta.
Así como estos, tengo muchos ejemplos. A mí me parece que las últimas opciones son siempre las mejores porque no hay enfrentamiento, no hay enojos ni lágrimas y porque FUNCIONAN. Claro, a lo mejor gritar, pegar y someter funciona también ¿pero a qué precio?

Mirémonos en el espejo y preguntémonos por qué criamos con violencia (sí señores, criar a la fuerza, a gritos y sometiendo es criar con violencia). ¿Estamos repitiendo los patrones de nuestra infancia? Si es así pensemos si los recuerdos de nuestros papás gritándonos u obligándonos a hacer esto o aquello nos resultan agradables. Podemos adornar la experiencia diciendo "gracias a eso no soy un criminal", pero seamos sinceros con nosotros mismos y admitamos que hubiéramos preferido ser criados con cariño y que, no, eso no es lo que nos impidió ser criminales.

Si no estamos repitiendo patrones de la infancia entonces ¿será que pensamos que criar con respeto y amor es "demasiado blando"? Entendamos entonces que la crianza respetuosa no es permisiva, sino una manera de pensar que privilegia el entendimiento con nuestros hijos y que ve la paternidad como la oportunidad de ser guías en la vida de nuestros hijos y no tiranos.

Pensemos en que las acciones de hoy, repercutirán en el mañana de nuestros hijos y reflexionemos qué es lo que queremos para ellos y cómo contradecimos esos deseos con nuestras acciones.

Otra vez varios ejemplos:

  • Queremos hijos que tengan una relación sana con la comida, que coman solo cuando tengan hambre y paren con la saciedad, pero los obligamos a comer, ya sea a gritos o a sobornos ("si te comes el pollo te doy un helado"), o usamos al comida para sobornarlos, premiarlos o castigarlos. Luego nos preguntamos por qué tanta gente tiene una relación tan emocional con la comida.
  • Queremos hijos seguros de sí mismos y con excelente autoestima, pero si no hacen lo que NOSOTROS queremos, les gritamos, los sometemos, los obligamos a hacer lo que mandamos, haciéndoles saber que lo que piensen no importa, que lo que importa es lo que quiera mamá o papá. Y así, cuando salgan al mundo ¿qué habrán aprendido? Que así deben conducirse, aplastando y sometiendo a los demás para imponer su razón o a dejarse aplastar por los demás. ¡Qué belleza!
  • Queremos hijos que nos escuchen, que "nos hagan caso", que sigan nuestras recomendaciones, pero exacerbamos su necesidad de rebelarse, les enseñamos que las cosas se arreglan a gritos, con sobornos, por medio de manipulaciones o a golpes. Se extrañan después de que sus adolescentes sean groseros y mal educados. In-cre-í-ble.
Por no dejar, cabe aclarar que, evidentemente hay circunstancias donde sí hace falta no dejar lugar a dudas de que debe hacerse lo que decimos, pero éstas implican situaciones donde el niño pueda salir lastimado o que pueda lastimar a otros. Evidentemente, no vamos a dejar que meta la mano al horno caliente, pero quizá en lugar de gritar y jalar, se aleja al niño de inmediato y se le explica el por qué.

Pero al final ¿saben qué? Hagan lo que se les de la gana con sus hijos, a mí no me gusta que me digan qué hacer con los míos así que no voy a venir yo a decirles qué hacer con los suyos, pero les sugiero que me dejen en paz. Este post es meramente una reflexión para mí sobre lo que quiero ser como madre y lo que quiero para mis hijos. No soy perfecta, estoy cansada el 90% del tiempo, muchas veces me desespero y a veces me dan ganas de salir corriendo de mi casa para irme sola aunque sea al centro comercial por unas horas. 

Pero cada día intento ser mejor, cuando estoy a punto de gritar respiro profundo y pienso en qué es lo que yo misma espero de mí; cuando siento que no puedo más recuerdo que fui YO la que quiso que estas dos personitas estuvieran en mi vida; pienso en lo mucho que los desée y en cuánto los soñé; pienso en la oportunidad dorada que tengo de guiar a estos dos niños por la vida para que se conviertan en adultos buenos, compasivos, trabajadores, decentes y amorosos. Tengo la oportunidad de repetir en ellos todas las cosas buenas que mis papás me dieron y enseñaron a mí, y de tratar de no cometer los poquísimos errores de ellos.

Así que antes de decirme cómo "tengo" que educar a mis hijos, antes de "sugerirme" cómo "deben de ser", antes de todos sus juicios, silenciosos o no, piensen que TODOS los días (feriados y fines de semana también), antes de las 9 am, ya me levanté, bañé, peiné, maquillé, cambié pañales, vestí niños, tendí camas, recogí cuartos, empecé una carga en la lavadora, limpié el arenero del gato y di de desayunar. Que además, entre semana, después de todo eso me voy a trabajar durante ocho horas un trabajo que adoro pero que demanda mucho de mí, y que a mi regreso me toca dar de cenar, recoger sala y comedor, terminar de lavar ropa, bañar, vestir y acostar niños, doblar y guardar ropa y tratar con todas mis fuerzas de tener la energía suficiente para desmaquillarme, lavarme los dientes, ponerme la pijama y leer aunque sea cinco minutos antes de que me gane el sueño. Piensen entonces que hago no solo lo que creo que es mejor para mi familia sino lo que físicamente puedo hacer. No pido aplausos ni mucho menos, solo les pido que no me digan qué hacer.

2 comments:

  1. ¡Galle! ¡Qué cosa! Estoy de acuerdo contigo al 100%, y mira que a veces yo me siento al borde de la neurosis porque mi pequeña no me hace caso y sé muy bien que quien está regándola soy yo porque no me estoy comunicando acertivamente con ella...enseñar a los niños a caminar seguros de sí mismos y por el "camino del bien" (whatever that means) es una tarea titánica, y a veces tropezamos, pero ¡hey!, ¿somos humanas no? Te mando abrazo.

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  2. Cuanta razón...somos humanas, nos cansamos y desesperamos pero sabemos que la prioridad son nuestros hijos, esas personitas que debemos guiar, para que sean personas que sepan tomar decisiones y seguros de si mismos. Es bueno saber que no estamos solas en esto, que cada día más madres deciden este tipo de crianza. Y muy de acuerdo contigo, al que no le guste que no se meta, ni cuestione.

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