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Friday, June 25, 2010

Toy Story 3



Una de las desventajas de vivir en un pueblito bicicletero canadiense es que para ir a un cine, ya no IMAX de tercera dimensión, sino un cine decente, "como Dios manda", hay que manejar una hora hasta la "gran ciudad", una hora en medio de la nada, en una carretera recta recta y aburrida aburrida que ocho meses al año está pelona o llena de nieve (los otros cuatro meses sí se ve bonita, con los árboles enormes y verdes o dorados, según la estación... peeeero sigue siendo aburrida). Cuando uno tiene un bebé, esos viajes se reservan para cuando hay "muchas cosas qué hacer", como ir de compras, comer en un restaurante más o menos bueno, o para las nunca suficientes "adult nights" pero nunca exclusivamente para ir al cine y mucho menos con una bebé que seguramente estallará en llanto del aburrimiento en media hora, ocasionando la molestia del resto del público y nuestra salida vergonzosa del lugar.

Como no teníamos ningún pendiente importante en la gran ciudad y contratar a una niñera para ir a ver una película para niños en noche de adultos me ganaría los vituperios de mi marido, ya me había hecho a la idea de que no vería en el cine Toy Story 3, lo cual me ocasionaba rabietas internas dignas de la Frijolita con puchero incluido ("¡pero yo la quiero ver, mjjjj, mjjjj!") porque TODO mundo la iba a ver menos yo.

Pero no contaban con mi astucia.

El sábado pasado hicimos una fiesta en la casa con motivo del día del padre, y además, tocó visita de mi hijastro, el Maple Timbit, que la mayor parte de las veces es un dolor de cabeza, pero que últimamente ha mejorado su conducta. En un momento de iluminación me dije "¡este niño ha llegado a mi vida con el propósito de que yo pueda ver Toy Story 3!" (sí, así soy de exagerada) y muy feliz inicié esta conversación (después de haber checado la cartelera del "cine" del pueblo):

G- Gordo, el niño se ve aburrido, y falta mucho para la fiesta, él y yo no estamos haciendo nada ¿qué hacer, qué hacer?... Mmmmmm ¡ya sé! ¿Y si me lo llevo al mini cinito del pueblo? A lo mejor hay alguna película interesante, qué se yo... una caricatura.
MP- Pues, no creo que haya nada en ese "cine", pero si quieres chequemos la cartelera.

Tres segundos después:

G- ¡Ya la chequé!
MP- ¿Tan rápido?
G- Oh, jojo, sí, ay es que se me da esto del Internet, aja, pues tienen Toy Story en dos horas, seguro el Timbit MUERE por verla.
T- Pues no ¿eh? Creo que prefiero quedarme con papi.
G- (en voz baja, pateando ligeramente al Timbit) Cállate niño, y te compro un dulce.
T- ¡SI QUIERO VER TOY STORY 3!

¡Muajajaaaaaaaaaaaaaaaaa!

El plan, debo confesar, incluía dejar a la Frijolita que "para que no se aburriera" aunque obviamente más bien pretendía ahorrarme cualquier escena de llanto o accidente en el pañal que me obligara a perderme un minuto de tal acontecimiento cinematográfico. Pero no pegó, así que me llevé a mis dos chaparrines al cine.

Una de las ventajas de vivir en un pueblo bicicletero canadiense es que el cine es pequeño y chafita, pero cuesta la mitad, así que por 20 dólares entramos al cine el Timbit, la Frijolita y yo y compramos palomitas, refrescos y, claro, el dulce prometido.

Lo único que no contemplé es que el Timbit pensara que la película iba a estar en 3D, así que me sentí un poco mal cuando preguntó cuándo nos daban los lentes, pero pronto se le pasó. La que me preocupaba era la Frijolita, que estaba muy inquieta y lloriqueando un poco, ya veía venir el desastre aunque me tranquilizaba que en la sala, a medio llenar (y eso que son como cincuenta lugares) hubiera varios bebés.

Pero en eso que comienza la película y como por arte de magia la Frijolita se calló. Durante toda la película se portó bien, comió un poco, durmió un rato y el resto la pasó en mi regazo jugando con mi cabello, mirándome y de vez en cuando mirando la pantalla. Eso me dio la oportunidad de disfrutar la película que, ajem, se supone fui a ver para entretener al Timbit, pero que en realidad moría por ver por razones simple y llanamente egoistas (y qué).

El Timbit fue muy feliz y hasta nos tomamos de la mano en la parte más emotiva de la película; no lloramos, pero aaaaaaaah qué conmovedor fue todo. Al final, cuando encendieron las luces, la mamá de adelante, que llevaba dos niños, me dijo "eres muy suertuda, tu bebé no dio nada de lata, estuvo calladita y tranquila, no creas que todos son así ¿eh? Para nada, tu niña es especial".

Ese fue el mejor momento de mi tarde.

Así que me salí con la mía, fui a ver una película que me encantó con mis dos niños, me divertí con ellos, me los chulearon y al final regresamos a casa a ver a papá, a quien festejamos con una deliciosa parrillada en compañía de nuestros amigos más cercanos.

Si aún no han visto Toy Story 3, corran a verla, no importa si no es en 3D, créanme, la van a disfrutar mucho.

Los seis meses

La Frijolita ya cumplió seis meses y estoy adorando esta edad. Ya dejó de ser un bodoquito adorable que se dedica a comer y dormir y se está convirtiendo en una niña pequeñita que cada vez más va mostrando su personalidad.

Es increíble ver cómo esa cosita que casi no se movía ahora no se está quieta y responde a todos los estímulos a su alrededor. A estas alturas ya sé qué canción le gusta más para jugar y cuál para dormir; ahora sé que sus risas no son un reflejo fisiológico sino una respuesta a alguna tontería mía, de su papá o de nuestra perrita Xuni.

No dejo de sorprenderme al ver cómo va conociendo el mundo, cómo el sonido que hace un ave le parece tan extraordinario, cómo el sabor del puré de pera es un descubrimiento enorme para ella y cómo cualquier paisaje, por sencillo que sea, le resulta sorprendente.

Qué rico debe ser que el mundo sea todo nuevo para uno, tomamos tantas cosas por hechas que ya no nos detenemos a observar todas las maravillas, grandes y chiquitas, que existen a nuestro alrededor.

La Frijolita va poco a poco convirtiéndose en una personita y yo disfruto mucho ser a la vez observadora y participante en el proceso.  Estamos aprendiendo los tres juntos.

¿Qué estamos aprendiendo actualmente? Estamos aprendiendo a comer sólidos, a gatear y a balbucear, todas ellas actividades difíciles y extenuantes, eso de aprender a no succionar sino "comer", a doblar las rodillas y levantar las pompis y a mover la boca para emitir sonidos que se parezcan a los que hacen mamá y papá no es cosa fácil, toma tiempo, práctica y paciencia de todas las partes involucradas.

Hoy sabemos que el cereal de arroz, el puré de blueberries con manzana, el de manzana y el de pera son éxitos totales, que la papilla de butter squash no es del agrado de su paladar y que no está muy segura sobre los chícharos; sabemos que intenta con todas sus fuerzas gatear, que a veces se cansa y se rinde, pero que siempre lo vuelve a intentar (creo que es algo terca como sus papás) y sabemos que está tratando de imitar el "ma- ma" que tanto le repetimos, pero que, honestamente, es más divertido hacer trompetillas, sobre todo a la hora de la comida, sobre todo si es butter squash, sobre todo si está estrenando blusa mamá.

Mientras más crece la Frijolita, es más demandante, quiere más atención y distracciones, quiere que jueguen con ella, que le lean, que le canten. Atrás quedaron los días en que dormía casi todo el tiempo y podíamos dejarla en su cunita y hacer otras cosas; ahora todo el día es tiempo que hay que invertir en ella. Al principio me costaba trabajo pensar en qué hacer, pero la realidad es que los bebés son muy fáciles de complacer, no requieren de clases complicadas ni de juguetes costosos, lo que necesitan es tiempo, tiempo para que extiendas una sábana en el piso y te tires a su lado mientras hacen lo suyo (tratar de sentarse, tratar de gatear, rodarse de un lado a otro), tiempo para leerles un cuento, para cantarles, para estar con ellos. Todo ello ha requerido de un ajuste de mis días y de un sistema un poco más rígido de organización de mi propio tiempo (próximo post al respecto) pero todo vale la pena, sobre todo cuando llega mi momento favorito del día: dejar a la Frijolita en pañal, acariciarle la espalda y hacerle cariñitos hasta que llega la hora del baño.

Qué rico es aprender a disfrutar de los placeres más pequeños con alguien tan pequeño. Amo esta edad.

Monday, June 14, 2010

¿Y cómo se porta tu niña?

¡Bien! No da nada de lata... nada más llora cuando tiene hambre, bueno y cuando está mojada, ah y cuando quiere que le pongan atención, que es TODO el bendito día, y bueno, todavía me despierta cada dos o tres horas durante la noche...


...


...

Pensándolo bien...


Bien, pero da mucha lata.