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Tuesday, October 29, 2013

Empiezan las festividades

Tuvimos un verano ocupadísimo entre visitas, inundaciones catastróficas en la ciudad, muchísimo trabajo, un par de paseos, y demás cosas que no me dejaron ni un momento para escribir.

Cuando se vive en un lugar donde el invierno es crudo y dura ocho meses, el verano se disfruta enormemente. Creo que saber que el sol y el calor no van a durar mucho hacen que uno trate de pasar el mayor tiempo posible afuera, tratando de llenarse de luz y de calor. Así que eso hicimos, pasárnosla afuera, caminando, explorando y dejando que se nos tostara un poquito la piel.

Pero todo eso ya se acabó. Apenas llegó septiembre y las temperaturas empezaron a bajar señalando la hora de preparar el jardín para el invierno y de sacar los adornos de otoño para alistarse para Thanksgiving.

El Thanksgiving canadiense se celebra el segundo mes de octubre, pero generalmente la cena se lleva a cabo el domingo para poder usar el lunes para reposar de la comilona. Este año, por segunda vez consecutiva, nos quedamos en casa y celebramos en compañía de mi suegro, un sobrino y un primo de mi esposo.

Yo no participé en la preparación de la cena porque no sé cocinar y porque es algo muy de mi esposo preparar los platillos tradicionales de su infancia. Sobra decir que fue todo un festín, el pavo estaba absolutamente delicioso y rematamos con un pie de calabaza que todavía se me antoja nada más de recordarlo.


Cabe mencionar que esta celebración es parecida a la estadounidense, pero difiere en cuanto a que no tiene nada que ver con leyendas de peregrinos e indígenas. Tradicionalmente, el punto central de esta celebración es agradecer que se tuvo una cosecha abundante que permitirá sobrevivir el invierno. Si se imaginan a los pobladores de áreas como Alberta hace más de un siglo, entenderán que la supervivencia en el invierno no es cualquier cosa, y tener comida suficiente para afrontarlo era motivo de festejo.

Esta fecha marca entonces para nosotros el inicio de todas las festividades de fin de año (aunque los festejos empiezan a finales de septiembre con el cumple de Borre y siguen con mi cumpleaños en octubre).

Quizá una de las fechas más significativas para mí es Día de Muertos, la cual se nos junta con Halloween. Celebramos ambas porque somos una familia bicultural y creo firmemente que es importante darle su justo lugar a todas nuestras tradiciones.




Además de poner la ofrenda, que es mi parte favorita, este año quise hacer pan de muerto porque por aquí es extremadamente difícil de encontrar y muy caro (30 dólares por un panecito mediano). Como en enero tuve una gran experiencia preparando la rosca (click, click, click), este año me aventé sin miedo a preparar el pan.

La receta, nuevamente, la obtuve del sitio "Mexico in my Kitchen" y no tuve que hacerle ningún cambio. Solamente, como con la rosca, es importante procurar que la cocina esté calientita para que la levadura suba, de lo contrario,  la receta nomás no sale.

Hacer pan no es tan difícil como muchos piensan, de hecho, me parece que la repostería en general (ojo, que no la decoración de la misma, ya verán más adelante) es bastante sencilla y me encanta porque requiere de orden y precisión. En lo particular, me gusta mucho tener perfectamente separados y listos todos y cada uno de los ingredientes a utilizar porque así la receta fluye sin complicaciones y sin estar buscando trastes y corriendo al refrigerador.

El truco con el pan es que lleva mucho tiempo prepararlo ya que requiere reposar un par de veces. En el caso del pan de muerto, lo otro que me costó trabajo fue hacer los huesitos porque no soy muy buena con las manualidades, pero me parece que el resultado fue muy bueno.

A los niños y al esposo les encantó, y también les gustó en la oficina, no duró ni quince minutos cuando ya se lo habían acabado. Recomiendo mucho prepararlo en fin de semana, cuando tengan mucho tiempo y paciencia y cuando no tengan planes de mucho más.

Sin más, aquí las fotos de mis panecitos.













Además de pan de muerto, decidí hacer por segunda ocasión galletas en forma de figuras de Halloween. Ahí sí todavía me quedo MUY corta, este año intenté una receta diferente tanto para la masa como para la cubierta y no me gustó. Me gustó más la receta de mi tía Ale donde la cubierta se prepara con jugo de limón ya que el sabor acidito resulta delicioso.


Esta vez, además, estoy segura que me distraje en algún momento y que le puse más harina a la receta de la que llevaba. La cuestión con la repostería es que este tipo de errores salen muy caros y en general es imposible corregirlos. No les comparto la receta porque tengo que volver a experimentar con la de mi tía en Navidad y si los resultados son mejores, ya se los comparto.

Con toda franqueza, me parece que las galletas me costaron más trabajo que el pan de muerto. La decoración sobre todo es todo un suplicio para mí, me siento como Homero Simpson con su especiero:





De por sí no sé dibujar, el manejo del icing me parece dificilísimo, pero espero tener mejores resultados en Navidad y que la receta ayude a que por lo menos el sabor sea espectacular.



Independientemente de los resultados, pasé un fin de semana muy a gusto conviviendo con mi familia y enseñándoles sobre nuestras tradiciones. Hoy haremos caras en las calabazas que tenemos este año y ya tenemos la casa más que lista para el jueves. Aquí el Halloween es cosa seria, pero también es cosa de solo un día, no hay eso que pasa en México de niños pidiendo dulces y dinero por todos lados durante una semana, aquí solamente se piden dulces de manera súper ordenada en las casas que tienen la luz de la puerta prendida durante una sola noche.

Lo que sí pido con todas mis fuerzas es que no esté nevando ni haga tanto frío, el año pasado nevó tanto y la temperatura estaba tan baja, que solo salimos a dos o tres casas y casi no llegaron niños a pedirnos dulces (y los pocos que llegaron lo hicieron en auto, ja). Ojalá el clima coopere.

¡Feliz Día de Muertos y Halloween!