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Monday, January 28, 2013

No hagas a tus hijos lo que no te gustaría que te hagan a ti

Este fin de semana, la Frijolita salió con su papá a llevar el coche al autolavado. A ella le encanta ir porque le parece fascinante ese "túnel" con rodillos enormes, chorros de agua y jabón que deja el auto reluciente después de algunos divertidos minutos.

El dueño del autolavado la encontró muy simpática y le regaló una paleta. Ella casi no come dulces, así que era la primera vez que comía una y estaba emocionadísima con el concepto del caramelo en un palito, así que regresó a la casa feliz.

Así anduvo con la paleta en la boca un buen rato, se fue a sentar y a jugar en la sala y ahí siguió calladita. De repente, de la nada, vi como el esposo se la quedó mirando, se acercó a ella y le quitó la paleta. Así nada más, sin agresividad ni nada, pero sin chistar tampoco.

La niña se quedó perpleja "my lolly!" exclamó desconcertada y yo me le quedé mirando al esposo como si fuera de otro planeta, pero me quedé callada para dejar que la situación se desarrollara sola. 

La pobre Frijolita seguía boquiabierta y su papá únicamente le dijo "ya casi no tiene nada, la voy a tirar" y la tiró. La pobre niña empezó a llorar desconsoladamente y el esposo como que no entendía por qué y solo le repetía "pero si ya casi no tenía nada, ya se había terminado... casi".

Yo seguía callada, observándolos a los dos, veía a la niña llorar y veía al esposo verla desconcertado. Al final, se hartó del llanto y solo dijo "bah, ya no tenía nada" y se marchó a la cocina. Yo abracé a la nena, la distraje con algo más y seguí sin hacer nada.

Horas más tarde salimos al centro comercial a pasear un rato. Como es nuestra costumbre, compramos un café y caminamos de la mano con los niños. 

Al esposo le gusta mucho el café, y el caramel macchiato es uno de esos gustitos que se da de vez en cuando como salimos. Lo veía disfrutar cada sorbo mientras caminaba y cómo se lo iba tomando despacio para que le durara el gusto.

Y entonces, salí con la mía.

Hice mis cálculos y cuando pensé que le quedaban unos dos traguitos y lo vi distraído, le quité el café de la mano y lo tiré a la basura. El esposo me volteó a ver con una mezcla de enojo, decepción y desconcierto, buscando que le diera una explicación con los ojos bien abiertos y el entrecejo fruncido.

Le dije, "ya casi no tenía nada, ya se había terminado... casi... ¿no?". El desconcierto crecía en sus ojos y yo le seguía diciendo "sí, ya no tenía casi nada ¿ya para qué lo querías?".

Como seguía sin entender, le dije "sí, igual que la nena con su paleta".

Sobra decir que la situación no le causó mucha gracia, así que le pregunté "¿estás enojado? ¿Te pareció una grosería totalmente fuera de lugar? ¿Estás molesto por la falta de explicación y consideración?". "¡Pues sí!", contestó muy indignado.

"Bueno... entonces ¿por qué crees que está bien hacérselo a la Frijolita?"

No obtuve más respuesta que "ahora me compras otro café", cosa que hice, claro, después de que él le comprara otra paleta a la niña.




Friday, January 18, 2013

Nuestros hijos NO son nuestros enemigos

Suena lógico, pero al parecer, nos cuesta mucho trabajo entender que nuestros hijos no son enemigos a los que hay que someter por la fuerza para que se comporten como nosotros queremos, cuando queremos.

Quizá piensen que exagero, pero la realidad es que así es como tratamos a los niños, lo que pasa es que utilizamos una serie de eufemismos para disfrazar nuestras acciones de buenas intenciones.

Tan solo piensen en la frase "los niños deben aprender a comportarse" ¿qué es en realidad lo que implica esta frase? Que esperamos que los niños se adecúen a nuestras reglas y expectativas aunque tenga que ser por la fuerza. ¿O qué es lo que en realidad nos dice una frase como "hay que corregirlos a tiempo" o "es mejor una nalgada a tiempo"? Nos dice que a los niños hay que entrenarlos a golpes (sí, una nalgada, es un golpe por donde lo quieran ver).

Yo estoy francamente harta de escuchar tantas estupideces con respecto a "cómo se debe de educar a los niños". Escuchar cosas como "es que tienen que aprender", "es que no se les puede permitir", y otras por el estilo no hacen sino ponerme los pelos de punta y sentir mucha pena por sus hijos o esperar que nunca tengan hijos propios porque qué horror vivir una vida de confrontación.

Lo repito, nuestros hijos NO son nuestros enemigos, ni vale la pena vivir tratando de imponer nuestra razón solo porque "lo digo yo" o porque sí. ¿Qué es lo que estamos enseñando, que el que pega o grita más fuerte gana? ¿Que lo que piensen, sienten o quieran no importa? ¿Que "tienen" que hacer tal o cual cosa por miedo y no por convicción de que es lo correcto? Qué flojera, y luego nos extrañamos de que el mundo esté tan mal.

La Frijolita tiene tres años y el Borreguito tiene uno y mi vida está llena de disyuntivas y de oportunidades para IMPONER o para ENSEÑAR (que no es lo mismo, entendámoslo de una vez).

Ejemplos les tengo algunos:


  • La Frijolita tiene el pelo algo rebelde y la peino todos los días. A veces me dice que no, que no quiere "ponies" (colitas), y me lo dice muy seria. Sus razones tendrá, lo más probable es que sea porque no le da la gana que la peine ese día. Mis opciones son dos:
    • La obligo a dejarme que la peine, aunque llore, aunque le moleste, aunque haya expresado con todas sus palabras que NO QUIERE colitas. Aquí gana ¿quién? ¿YO? Sí, se ve más bonita y no trae todo el pelo en la cara, pero ¿es una batalla que vale la pena pelear? ¿Vale la pena enseñarle a mi hija que no me interesa lo que opine porque la que manda soy yo? 
    • Le digo que está bien, le ofrezco siquiera un brochecito para que no se le venga el pelo a la cara (el 99% de las veces me dice que sí). Le pido un besito y se acabó. Sin gritar, sin pelear, sin lágrimas, nada. ¿Está greñuda? Sí. ¿Es el fin del mundo? No me lo van a creer pero NO.
  • La Frijolita no quiere ponerse la chamarra. Estamos a -10°C y tenemos que salir. Mis opciones son:
    • Obligarla a ponerse la chamarra, aunque grite, aunque patalee, aunque se retuerza porque yo mando y no me importa si tengo que lastimarla un poco para terminarla de vestir.
    • Hablar con ella, abrir la puerta y dejarla que salga tantito o que saque la mano "¿ya viste que hace mucho frío? Sin chamarra no podemos salir porque te va a dar más frío y te puedes enfermar. Mira, vamos a ponernos la chamarra y podremos salir a jugar y a hacer las cosas que tenemos que hacer ¿sale?". Oh, milagro, FUNCIONA porque resulta que los niños SI razonan, no son animalitos.
  • El Borreguito está llorón. Porque... no sé ¿porque sí? ¿Porque tiene un año y quiere expresarse y no puede todavía? Porque quiere brazos, porque está cansado, porque le están saliendo los dientes, porque está aburrido porque quién sabe. Opciones:
    • Gritarle que se calle, enojarse y que se de cuenta de nuestra desaprobación con miradas matadoras.
    • Ignorarlo y dejarlo llorar y gritar hasta que se canse (la opción favorita de muchísima gente).
    • Acercarse a él, levantarlo, abrazarlo y preguntarle si quiere agua o leche o chichi. Revisar si todo está bien (el pañal, los dientes, etc.). JUGAR con él, PONERLE ATENCIÓN (¡el horror!). Si sigue llorando, sentarnos a su lado y estar presentes mientras se le pasa, aunque en general tan solo con levantarlos y ponerles atención basta.
Así como estos, tengo muchos ejemplos. A mí me parece que las últimas opciones son siempre las mejores porque no hay enfrentamiento, no hay enojos ni lágrimas y porque FUNCIONAN. Claro, a lo mejor gritar, pegar y someter funciona también ¿pero a qué precio?

Mirémonos en el espejo y preguntémonos por qué criamos con violencia (sí señores, criar a la fuerza, a gritos y sometiendo es criar con violencia). ¿Estamos repitiendo los patrones de nuestra infancia? Si es así pensemos si los recuerdos de nuestros papás gritándonos u obligándonos a hacer esto o aquello nos resultan agradables. Podemos adornar la experiencia diciendo "gracias a eso no soy un criminal", pero seamos sinceros con nosotros mismos y admitamos que hubiéramos preferido ser criados con cariño y que, no, eso no es lo que nos impidió ser criminales.

Si no estamos repitiendo patrones de la infancia entonces ¿será que pensamos que criar con respeto y amor es "demasiado blando"? Entendamos entonces que la crianza respetuosa no es permisiva, sino una manera de pensar que privilegia el entendimiento con nuestros hijos y que ve la paternidad como la oportunidad de ser guías en la vida de nuestros hijos y no tiranos.

Pensemos en que las acciones de hoy, repercutirán en el mañana de nuestros hijos y reflexionemos qué es lo que queremos para ellos y cómo contradecimos esos deseos con nuestras acciones.

Otra vez varios ejemplos:

  • Queremos hijos que tengan una relación sana con la comida, que coman solo cuando tengan hambre y paren con la saciedad, pero los obligamos a comer, ya sea a gritos o a sobornos ("si te comes el pollo te doy un helado"), o usamos al comida para sobornarlos, premiarlos o castigarlos. Luego nos preguntamos por qué tanta gente tiene una relación tan emocional con la comida.
  • Queremos hijos seguros de sí mismos y con excelente autoestima, pero si no hacen lo que NOSOTROS queremos, les gritamos, los sometemos, los obligamos a hacer lo que mandamos, haciéndoles saber que lo que piensen no importa, que lo que importa es lo que quiera mamá o papá. Y así, cuando salgan al mundo ¿qué habrán aprendido? Que así deben conducirse, aplastando y sometiendo a los demás para imponer su razón o a dejarse aplastar por los demás. ¡Qué belleza!
  • Queremos hijos que nos escuchen, que "nos hagan caso", que sigan nuestras recomendaciones, pero exacerbamos su necesidad de rebelarse, les enseñamos que las cosas se arreglan a gritos, con sobornos, por medio de manipulaciones o a golpes. Se extrañan después de que sus adolescentes sean groseros y mal educados. In-cre-í-ble.
Por no dejar, cabe aclarar que, evidentemente hay circunstancias donde sí hace falta no dejar lugar a dudas de que debe hacerse lo que decimos, pero éstas implican situaciones donde el niño pueda salir lastimado o que pueda lastimar a otros. Evidentemente, no vamos a dejar que meta la mano al horno caliente, pero quizá en lugar de gritar y jalar, se aleja al niño de inmediato y se le explica el por qué.

Pero al final ¿saben qué? Hagan lo que se les de la gana con sus hijos, a mí no me gusta que me digan qué hacer con los míos así que no voy a venir yo a decirles qué hacer con los suyos, pero les sugiero que me dejen en paz. Este post es meramente una reflexión para mí sobre lo que quiero ser como madre y lo que quiero para mis hijos. No soy perfecta, estoy cansada el 90% del tiempo, muchas veces me desespero y a veces me dan ganas de salir corriendo de mi casa para irme sola aunque sea al centro comercial por unas horas. 

Pero cada día intento ser mejor, cuando estoy a punto de gritar respiro profundo y pienso en qué es lo que yo misma espero de mí; cuando siento que no puedo más recuerdo que fui YO la que quiso que estas dos personitas estuvieran en mi vida; pienso en lo mucho que los desée y en cuánto los soñé; pienso en la oportunidad dorada que tengo de guiar a estos dos niños por la vida para que se conviertan en adultos buenos, compasivos, trabajadores, decentes y amorosos. Tengo la oportunidad de repetir en ellos todas las cosas buenas que mis papás me dieron y enseñaron a mí, y de tratar de no cometer los poquísimos errores de ellos.

Así que antes de decirme cómo "tengo" que educar a mis hijos, antes de "sugerirme" cómo "deben de ser", antes de todos sus juicios, silenciosos o no, piensen que TODOS los días (feriados y fines de semana también), antes de las 9 am, ya me levanté, bañé, peiné, maquillé, cambié pañales, vestí niños, tendí camas, recogí cuartos, empecé una carga en la lavadora, limpié el arenero del gato y di de desayunar. Que además, entre semana, después de todo eso me voy a trabajar durante ocho horas un trabajo que adoro pero que demanda mucho de mí, y que a mi regreso me toca dar de cenar, recoger sala y comedor, terminar de lavar ropa, bañar, vestir y acostar niños, doblar y guardar ropa y tratar con todas mis fuerzas de tener la energía suficiente para desmaquillarme, lavarme los dientes, ponerme la pijama y leer aunque sea cinco minutos antes de que me gane el sueño. Piensen entonces que hago no solo lo que creo que es mejor para mi familia sino lo que físicamente puedo hacer. No pido aplausos ni mucho menos, solo les pido que no me digan qué hacer.

Tuesday, January 8, 2013

Día de Reyes 2013

No sé ustedes, pero a mí me encanta el Día de Reyes, me trae hermosos recuerdos de mi infancia y de mi país y, siendo una festividad que no existe en el mundo anglosajón, me parece una gran oportunidad para reforzar las raíces mexicanas de mis hijos.

Sin embargo, justamente porque es una festividad que no se celebra en Canadá, me encuentro con diversos obstáculos para celebrar como yo quisiera. A continuación algunos:


  • Eso de lanzar globos al aire con cartitas está algo mal visto (sobre todo en mi nueva ciudad, donde son tan cuidadosos con el medio ambiente); además de que este año hubo escasez de helio, así que lanzar un globo me genera mucha culpa.

  • Toda la gente está cansada de las fiestas y lista para regresar a la normalidad. Ya casi no hay decoraciones y el ambiente festivo de diciembre ha desaparecido por completo. Aunque debo admitir que esto tiene un lado positivo porque TODO está de súper oferta, así que los Reyes regalan más por menos (jo, sonó a comercial).

  • El esposo no termina de entender mi emoción, aunque me anima a festejar el día, y al desconocer la festividad (aunque por supuesto que se la he explicado), no se pone en "mood Reyes", lo cual complica un poco mi labor.

  • Mis Reyes están en México y a mí no me traen nadaaaaaaaaaaaa, wawawawa.

  • ¡NO VENDEN ROSCAS!

Con todo y los obstáculos, estoy decidida a que mis niños festejen el Día de Reyes, así que para ponernos en ambiente, además de explicarles (aunque están muy pequeñitos aún) el significado de la fecha, y de ayudarlos a dejar su zapatito junto al nacimiento en la noche, me dispuse a preparar mi segunda Rosca de Reyes.

El año pasado hice mi primer intento, pero fue diferente porque seguí una receta de Weight Watchers (click, click, click). Hice dos, y la verdad no quedaron nada mal de sabor, aunque estaban algo feitas:



Rosca 1
Rosca 2
                                                                         


Esta vez, decidí seguir una receta tradicional, porque las dietas empiezan el 7 de enero y porque si ya te vas a atascar de pan, que sea pan bueno y mantecoso de una vez, posoye.

Encontré la receta en un sitio que me pareció MARAVILLOSO: Mexico in My Kitchen. Les recomiendo mucho lo visiten. La receta de la Rosca de Reyes está en esta liga: 



La rosca es en realidad bastante sencilla de hacer, sobre todo si tienen una batidora Kitchen Aid ¡COMO LA QUE ME REGALÓ MI MARIDO EN NAVIDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAD! Pero tiene su chiste y quizá el punto más pesado es que requiere de mucho tiempo ya que el pan requiere levantar un par de veces (mucha reposadera, diría mi comadre). Lo único que cambié fue que aquí no encontré extracto de naranja y usé de limón. Como tampoco encontré higos ni otro tipo de frutas secas, aparté un poco de la masa para decoración y le puse colorante verde, así la rosca tuvo los colores tradicionales.

Ah, mi otra observación es que hagan caso a la receta y busquen que la masa levante en un lugar calientito. Como aquí hace tanto frío, la cocina, aún con el horno prendido, tiende a estar fría y la rosca hubiera levantado bastante más de haber estado más cálida. Mi viejo recomienda usar agua caliente (no solo tibia) para activar la levadura y prender la calefacción si viven en la tundra como nosotros.

Y en fin, muy probablemente si viviera en México compraría la rosca porque sí que es unt trabajal, pero creo que tiene un toque especial el que yo la prepare. Como dice mi viejo, los niños lo verán como parte de la tradición, así que continuaré haciéndola mientras vivamos en el exterior y en México... ya veremos jajaja.

Y bueno, he aquí algunas fotos del proceso:


Mi batidoradelamorrrrrrrrrr

Una de tantas reposadas




Lista para hornearse
Nomás no se fijen en lo puerco que tengo el horno


La receta da para una rosca grande o dos pequeñas, yo hice dos, una para la casa y otra para la oficina. Jugué un poco con los tiempos de horneado y definitivamente recomiendo que quede más doradita porque la masa se cuece mejor.

Como tenía muñequitos guardados desde hace tiempo, pude ponerle tres a la rosca del trabajo así que tendremos tamales el 2 de febrero (pero a ver de dónde los sacan porque esos sí aún no me animo a hacerlos, además de que yo no saqué muñequito).

El resultado final fue este:



La que comimos en casa con chocolate calientito

La que llevé a la oficina (quedó mejor más doradita)
Alguien más llevó chocolate Abuelita así que fue todo un éxito

Así que con esto CASI cerramos las festividades de fin de año. Para ser franca, se trata de un mes muy movido para nosotros, ya que los festejos inician con el cumple de la Frijolita el 12 de diciembre, pasando por muchos cumples de familia y amigos, siguiendo con Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo, Reyes y el cumple del esposo el 12 de enero. Tenemos nuestro propio maratón, el maratón "Frijolita- Güero". Estamos gastados, cansados, pero felices.

Ojalá les guste la receta, el año que entra les comparto fotos de mi tercer intento de rosca. Viendo las fotos del año pasado, sí me quedaron bien feitas, ya no estoy sentida de que se hayan burlado de ellas, eran en verdad espantosas; pero si continúo así , en cinco años mis roscas serán bellas como las de cualquier panadería nice de la Condesa.


Wednesday, January 2, 2013

Bienvenido 2013

Empecé 2012 con un par de planes ambiciosos y todo dio un giro espantoso que culminó en los peores cuatro meses que he tenido en muchísimo tiempo. Al final del verano todo se compuso y cerré el año mucho más feliz que cuando terminó el 2011.

Aprendí que a veces la vida nos sorprende de mala manera y hay que estar preparados para lidiar con ello. No podemos controlar lo que nos depara el futuro, pero sí podemos controlar ciertas áreas de nuestra vida y mis propósitos para este 2013 se enfocan en esas áreas, específicamente las que me tienen poco satisfecha o abiertamente descontenta, así que les presento:


LOS GALLEPROPÓSITOS DE AÑO NUEVO VERSIÓN 2013


1. CERRAR LA MALDITA BOCA DE UNA BUENA VEZ.

¡Estoy harta de vivir en un estado perpetuo de Jabba The Hutt! Atrás, muy atrás, quedó el periodo de tiempo en el que podía culpar a los embarazos y los partos, ya esto no es baby weight, esto ya soy yo, bleeeergggggg.

2. Hacer ejercicio.

Había una vez una joven galleta que pasaba dos o tres horas al día en el gimnasio y que ahora a duras penas puede subir las escaleras. Ya sé que mientras mis hijos vivan bajo mi techo, pedir tres horas diarias para mí sería igual que pedir que me llovieran diamantes del cielo (de hecho, lo de los diamantes es más factible); pero algo, ALGO, debo poder hacer para dedicarle a mi dilapidado cuerpo un ratito para rescatarlo del camino a la consistencia de gelatina al que se dirige vertiginosamente y sin control.

3. ¡LEER!

Esa misma joven y lozana galleta antes leía ávidamente cuanto libro le pasara por enfrente. Ahora, fuera de oficios, correos y documentos de trabajo, lo único que tengo tiempo de leer son los ingredientes de las cajas de Mac n Cheese que preparo para los niños cuando el esposo no está, en espera de que no los esté llenado de químicos que les generen mutaciones perversas que los conviertan en fenómenos circenses.

4. Escribir más.

Más que nada porque quiero que este blog quede como constancia para mis hijos de todas las cosas que pasaban por la cabeza de su madre mientras crecían (si me están leyendo en el 2033 ¡hola niños! Lávense los dientes, los amo :D ).

5. Trabajar mucho.

No que no trabaje mucho ahora, pero me gusta mi trabajo, entonces a echarle aún más ganas.

6. Aprender un idioma.

Jajajaja, bueno, bueno, déjenme soñar.

7. Tratar de ser más saludable.

Aunque, diría mi abuelita, "no tengo vicios" (no fumo, bebo poco, no me moneo ni me dRrRrRogo), tampoco llevo la vida más saludable, como demasiadas chunches (estúpidas y sensuales grasas polinsaturadas), tomo demasiada Coca Zero (entre tres y seis a la semana ¡demasiado! Antes tomaba una al mes) y en general creo que podría ser más gentil con mi organismo. Así que menos café, más té verde, menos conservadores e ingredientes impronunciables en mi comida, menos comida congelada y más vegetales.

8. Tratar de estar más en contacto con mi familia y amigos.

Con tanta cosa en la actualidad, que si Skype, que si Whatsapp, que si Facebook, que si Twitter, no hay pretexto para no estar en contacto con casi todo mundo... pero se me dificulta eso de LLAMAR POR TELÉFONO y como dudo que mi abuelita aprenda a usar el Twitter a estas alturas, más me vale teclear menos y hablar más.

9. Sacarle provecho a mi tabla de snowboarding.

Lo cual quiere decir, ser capaz de bajar por una colina pequeña sin caer como Homero Simpson cuando cae al precipicio en la patineta. Esta semana practiqué un poco y en una de mis caidas terminé, lo jurísimo, como Pacquiao. Lástima que el esposo no me tomó una foto, entre el dolorcillo me carcajeaba sin cesar, debo haberme visto muy chistosa (aunque mis hijos se freakearon de tal modo, que tuve que levantarme de volada y decir "estoy bieeeeeeeeen").

10. Tocar más el piano

Lo extraño, lo adoro, es hora de volver.

Y pues ya, en diciembre veremos qué tal me fue. Mientras tanto ¡muy feliz 2013 para todos!