- Ejercicio (mis caderas comienzan a cobrar vida propia... me asustan).
- Aprender un idioma (pero no nos pongamos ambiciosos, algo no tan complicado, italiano o portugués, por ejemplo).
- Pasar tiempo a solas con mi marido (yiuuuuuuuuuu).
- Aprender a hacer manualidades de súper mamá (mis capacidades actuales son equiparables a las de Homero Simpson).
- ¡Estudiar una Maestría!
- Perfeccionar mi recién descubierto gusto por la repostería (un pastel de fondant hecho y decorado por mí misma es mi Monte Everest).
- Llamarle más seguido y por más tiempo a la familia y amigos (nunca hay tiempo suficiente para el chisme).
- Limpiar la casa con la obsesión enfermiza de cuando era soltera.
- Estar al día con la ropa (la ropa sucia se reproduce como la peor de las calamidades).
- Arreglarme las uñas, depilarme, ponerme mil mascarillas y tratamientos faciales y capilares.
- Actualizar más seguido el blog (sin palabras, el último post es de hace más de seis meses, cha.le.).
Con respecto al último punto, y dado que no saldré a comer para terminar el post, aprovecho para actualizar lo ocurrido en esos meses:
- El Borreguito cumplió un año y cumplimos un año de lactancia (y contando).
- ¡Tuve un sobrinitoooooooooooooooooo! (es bello y todo pequeñito y qué bueno que no vive cerca de mí porque ya me lo hubiera comido a mordiditas, yumm).
- Me trasladaron así que me cambié de ciudad y de provincia, pero no de país, sigo en Canadá, pero congelándome el triple.
- Viví una crisis complicada, pero fue superada, gracias, en gran parte al punto anterior.
- Tuve concurso de ascenso... y no ascendí (wa waaaaa).
Y en fin, sirva este listado como pliego petitorio a mí misma, debo encontrar la manera de que todo quepa en las 24 horas que tiene el día. Si tan solo existiera una receta mágica para ello...