Pages

Friday, August 26, 2011

Carta a mis hijos sobre México

Hijitos míos,

Hoy les escribo una carta triste que espero se convierta poco a poco en una carta de esperanza. Falta poco más de un mes para que nazcas, niño mío, y tú, hijita, en unos meses cumplirás dos años. Nuestro mundo chiquito, el que formamos nosotros cuatro más nuestra familia y amigos cercanos se ha llenado de alegría con la llegada de ustedes dos; y sin embargo, es imposible cerrar los ojos ante el hecho de que en estos años, tres o cuatro en particular, nuestro México está cada vez más lastimado y más roto.

Nuestro México. El México de ustedes.

El México del que yo vengo, en el que nací y en el que crecí; ese que les pertenece, a una por suelo y sangre y al otro por sangre, ese de recuerdos de sol y arena de su papá, el de la historia de sus abuelos y sus bisabuelos, el México que todos nosotros llevamos dentro.

Nuestro México está roto. No hay día que no escuche o lea una notica mala, que sepa que hay más muertos, más violencia, más sangre. No tiene sentido mentirles, el panorama es desolador; busco dentro de mí explicaciones y me es difícil encontrarlas entre tanta tristeza. Estoy muy triste.


Estoy triste porque ustedes llegan al mundo en un momento en el que México es sinónimo de violencia y desesperanza. Estoy triste porque no puedo decirles si eso cambiará ni cuándo. Estoy triste porque siento que me han arrebatado el México de mi infancia y no sé cómo recuperarlo. Pero no solo estoy triste por ustedes y por mí, también lo estoy por mis padres y abuelos, porque el México que ellos me han contado, ese país verde y azul, seguro, donde se podía progresar trabajando duro, donde se podía pasear en la noche sin ningún temor, ya no existe. Siento una profunda tristeza al pensar que ese país de posibilidades se ha esfumado, y siento aún más tristeza al pensar que quizá ya no lleguen a verlo renacer y se irán de este mundo con la pena a cuestas de haber perdido su país a manos de unos cuantos.


Es mucho mi pesar, hijitos, porque, verán, yo quiero algo diferente para ustedes por ser quienes son. Ustedes dos son el fruto de dos historias diferentes, de dos razas, idiomas, culturas y países diferentes y mi deseo más grande es que vivan sus dos identidades al máximo y con el mayor orgullo posible; por eso les hablo en español, por eso les canto las canciones de mi infancia, por eso les doy a probar frijoles, tortillas y salsas, por eso sus nombres son nombres en español aunque quizá no combinen de todo con su primer apellido, por eso, hija, naciste en México, por eso, hijo, te tramitaré de inmediato la nacionalidad mexicana, porque quiero que crezcan orgullosos del país de su madre, que lo amen, que lo celebren, que lo extrañen y lo añoren como yo lo hago todos los días.


Quiero para ustedes un México al cual llamar hogar, al cual regresar cuantas veces sea necesario para encontrarse con esa mitad de ustedes que les pertenece. Quiero un México al que puedan volver sin miedo, con alegría y con cariño, un lugar por el cual trabajar y ser mejores. 


Busco respuestas y soluciones y no las encuentro, y por ello les pido perdón, pero espero que sepan que ese país que llora su madre es un país en donde la gente de bien supera en número a la gente que lo quiere destruir y ojalá para cuando puedan leer, y entender, esta carta, toda esa gente se haya levantado para recuperar nuestro país.

No me queda más que dedicar mi vida a educarlos y criarlos para que formen parte de ese grupo de gente de bien, para que sean ciudadanos íntegros, honestos y bondadosos y para que sean un par de mexicanos orgullosos de serlo.


Qué fortuna, mi carta termina con esperanza tal como lo desée al principio de la misma. Termina con la esperanza de que un día, este día será solo un recuerdo y podremos decir "qué lejos han quedado esos tiempos, viva México". Me quedo con eso por hoy.


Con todo el amor del mundo,


Su mamá

 

Monday, August 15, 2011

Misión cumplida

Durante muchísimos años, tantos que ya no me acuerdo cuántos, dije que quería ser mamá, y terminar de parir, antes de los treinta. Durante algún tiempo, debido a algunos contratiempos "innombrables" (jojo), pensé que no lo lograría, pero al final, tras algunos ajustes para bien, me salí con la mía. El Borreguito nacerá, si todo sale como está planeado, una semana antes de que yo cumpla los treinta años y con ello, cierro la fábrica y cumplo mi gran sueño de ser madre.

Algunos detalles con respecto a la celebración no serán como lo tenía pensado debido a que voy a estar recuperándome de la cesárea y dedicándome a mis dos pequeños, pero no importa, tiempo para fiestas siempre habrá, pero tiempo para establecer un vínculo fuerte como familia que acaba de recibir a un nuevo miembro, no. Me conformo con brindar en mi cama con el esposo y mis chaparritos, qué mejor celebración que tenerlos en mi vida y junto a mí.
El esposo me pidió hace unos días que yo le de un regalo a él por MIS treinta años. Quiere que en un papel bonito escriba tres objetivos para esta década, tres logros que quiero para antes de cumplir 40 en tres planos distintos: personal, familiar y profesional.

Su petición me hizo pensar mucho, tengo muchas ideas rondándome la cabeza, que si ser mejor mamá cada día, que si hacer un doctorado, que si aprender otro idioma, que si ascender por lo menos dos rangos más, que si seguir felizmente casada, que si vivir en un lugar muchísimo mejor, que si una abdominoplastía, que si regresar a Asia, que si retomar con ímpetu mis clases de piano, que si, que si, que si... todavía no decido mis tres objetivos, pero el ejercicio de reflexión me ha hecho darme cuenta de que soy muy afortunada porque en un par de meses llegaré a la treintena de años habiendo conseguido todos y cada uno de los objetivos que me fijé hace ya muchísimos ayeres, más de diez años, más de veinte quizá.

Sin duda es una gran fortuna llegar a una edad tan "importante" -por lo menos en términos simbólicos- satisfecha conmigo misma y dando gracias por todo lo que tengo y por la gente que ha estado a mi lado ayudándome a conseguirlo.

Borreguito es la culminación de una década que he disfrutado apasionadamente, diez años en los que viajé mucho, terminé la universidad, empecé a trabajar para la Mothership, ingresé al Gremio (que a pesar de quejarme tanto de él, sigo con la camiseta bien puesta), me mudé de México a Estados  Unidos, a China y a Canadá; seguí viajando, conocí a gente interesantísima e importantísima para mí, aprendí francés, alemán y un poquitín de chino, me rompieron el corazón, me lo remendé, me casé, fui mamá y (espero) terminé un Master. No perdí el tiempo ni escatimé en disfrutar intensamente, a la buena y a la mala, todo lo que la vida puso en mi camino.

Sigo pensando en los tres grandes objetivos para la década que sigue. Deben ser ambiciosos y grandes, no hay nada como tener una gran meta para motivarse a uno mismo a seguir adelante. Ya les contaré, mientras tanto, a seguir pensando, aunque eso sí, nada superará a esta década en la que lo mejor de lo mejor me pasó: me convertí en mamá de dos niños.