Pages

Thursday, June 30, 2011

No andaba muerta, ni de parranda, sino MUY embarazada

Qué envidia me dan las mamás que se ven cual gacelas ágiles y felices durante todo el embarazo y que juran que se sienten per-fec-to y que todo es color de rosa. Meh, me caen gordas, porque claro, ha llegado, muy adelantada por cierto, la temida etapa de Jabba The Hutt a mi embarazo. 
Acá ando viejo

Mi trabajo de tiempo completo últimamente es hallar la fuerza de voluntad para arrastrar mi humanidad de mi casa al trabajo y de regreso.  Me parece sumamente injusto que habiendo tomado todas las precauciones para no caer en las estúpidas y sensuales redes de los Doritos Nachos, otra vez me esté poniendo como un globo. Es en serio, me he cuidado bastante, tomo mucha agua, hago ejercicio de lunes a viernes, como sano ¿qué más quieres de mí, oh cuerpo en expansión? De la pura tristeza al ver que mis esfuerzos no estaban rindiendo los frutos que yo esperaba (a saber, verme como Heidi Klum embarazada, o ya de perdis NO verme como Salma Hayek embarazada) me tiré al Dorito dos semanas y ahora no quiero ver la báscula ni por error, sniffff.

Pero en fin, gajes del oficio, la verdad es que no me estoy tirando tanto al drama como parece, ya llegará octubre y con él el fin del embarazo, mis treinta años y mi suscripción a Weight Watchers; ya veremos cómo le hacemos para pasar de Jabba The Hutt a Leia en bikini dorado.

Como una no embaraza en piel ajena, desconozco si los míos son embarazos normales, pesaditos o de a tiro malos, aunque sospecho que son normalitos con momentos pesaditos y episodios de a tiro malos... y en una de esas, eso es justamente lo normal (¿alguien me entendió?).  Sin embargo, creo que no hay que dejar pasar el hecho de que todo embarazo es sin duda un milagro (palabra que no me encanta, pero no encuentro otra tan ad hoc).

Es impresionante como algo que pasa TODOS los días en todo el mundo, algo tan ordinario, es algo en realidad tan extraordinario, y es que, gente, pongámonos a pensar un momento ¡las panzonas traemos adentro una personita! Una personita que se mueve, que escucha (las tripas de su madre más que nada, pero escucha), que crece... una personita que algún día será un adulto. No es una tarea despreciable la que realizamos las veinticuatro horas durante cuarenta semanas  y tampoco es una tarea fácil, demanda mucho de nuestro cuerpo y de nuestra mente... es sin duda, lo más difícil que he hecho en mi vida a nivel físico y a la vez lo más recompensante que me ha pasado porque después de los millones de kilos de más, de las estrías, de los pies hinchados, de los dolores de parto o cicatrices de cesárea (o ambas), después del loquio (que no sé ustedes, pero yo lo aluciné) y de todo lo demás, nos quedamos con un bebé ¡un bebé! Un pedacito de nosotras, una persona cuyo destino estará ligado al nuestro para siempre sin importar lo que pase.

Así que entre dolores de espalda, pies hinchados y panza con comezón (sin contar con que además voy a trabajar diario, limpio mi casa, atiendo a la Frijolita y al esposo, atiendo crisis personales de mis amigos, contesto todos mis mails, tuiteo y actualizo mi Facebook), me doy el tiempo de disfrutar las pataditas del Borreguito y de maravillarme por lo que mi cuerpo está haciendo para crear vida. Ojalá que todas las embarazadas se den tiempo para ello, a mí no deja de sorprenderme. Deberían de levantarnos más monumentos, me cae.