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Wednesday, December 21, 2011

Lo que vamos a decirle a los niños sobre Santa y los Reyes

Tengo varios posts pendientes, y no pensé que este fuera el que inaugurara mi regreso al blog, pero dadas las fechas y los comentarios en Twitter, me dieron ganas de escribirlo.

Anoche, el esposo y yo decidimos de manera "formal" que no vamos a mentirle a nuestros hijos sobre la existencia de Santa Claus y los Reyes Magos. Esta aseveración hace saltar a muchos, y quizá sea por usar la palabra "mentira", pero finalmente, eso es lo que dices cuando no dices la verdad.

Antes de que quieran quemarme en leña verde y agarrar mi casa a jitomatazos, quiero aclarar un par de cosas:

1. No critico a quien decide decirle a sus hijos que Santa y los Reyes sí existen. Me parece que es una de tantas decisiones personales y respetables que dependen de la forma de pensar de los papás.

2. Estoy consciente que de acuerdo a la tradición cristiana, los Reyes sí existieron. Cuando digo "no existen" me refiero a que no existen en el presente.

La cuestión es que a mí mis papás nunca me mintieron con respecto a nada. Cada vez que pregunté algo "difícil" desde "¿de dónde vienen los bebés?" hasta "¿existe Dios?", me encontré con respuestas basadas en la realidad o en el sistema de creencias de mis padres. Esto porque en mi núcleo familiar más cercano mientras crecí, conformado por mis papás, mi hermano y mis abuelos maternos, el valor más importante fue la congruencia, así que la mentira y el engaño para con nosotros no tenían lugar.

Así pues, desde que tengo uso de razón, yo sabía que los Reyes no eran quienes dejaban los regalos al pie del árbol sino que eran mis papás. La tradición de Santa no se seguía en mi casa porque, al igual que con Halloween, en mi familia no se celebran tradiciones ajenas a las nuestras (lo cual creo que es igual de respetable que celebrarlas y no vale calificarnos de cerrados ni de que nos perdemos de mucho por no ser más "globalizados y multiculturales", así como yo he aprendido a dejar de pensar que son unos "wannabes").

Si bien siempre supe la verdad, no puedo decir en qué momento específico la supe. No fue como que mis papás me sentaron un día en la sala con mi hermano para decirnos "bien, pues aquí va: Los Reyes no existen. Fin del comunicado". Recuerdo, sin embargo, que no perdimos la ilusión, ni nos destruyeron la infancia ni nada por el estilo. Cada año, mi hermano y yo escribíamos con mucha ilusión nuestra cartita a los Reyes, nos portábamos bien (o tratábamos), lanzábamos nuestro globo con la cartita, dejábamos nuestro zapatito abajo del árbol de Navidad el día 5 de enero y nos íbamos a dormir con una emoción tal que recuerdo que me era imposible conciliar el sueño y apenas se asomaba el sol, corría a ver mis regalos.

Nadie me robó nada, y además, me sentía especial. Me sentía poseedora de un secreto que la mayoría de los demás niños desconocían. Tenía prohibido decirle a los demás el gran secreto porque mis papás me explicaron que no me correspondía a mí sino a sus papás decirles la verdad. Escuchaba las historias inverosímiles de mis compañeritos ("¡yo vi el elefante!", "yo platiqué con Santa!", "el caballo dejó popó en la sala") con un dejo de ternura, y quizá hasta de condescendencia, debo admitir, pero nunca dejé de disfrutar las fiestas decembrinas.

Yo no pretendo convencer a nadie de que lo que hicieron mis papás, y que nosotros pensamos hacer con nuestros hijos, es lo mejor, simplemente estoy compartiendo mi experiencia como hija. Quizá haya quien le agradezca a sus papás la ilusión a pesar del desengaño; yo agradezco la honestidad de mis papás a pesar de la presión que seguramente sintieron de otros papás... la misma que nosotros empezamos a notar porque parece que es peor decir que no vas a mentirle a tus hijos con Santa y los Reyes que decir que si se portan mal, les das una nalgada (o dos, o tres).

Mi mamá ya me preguntó hace poco si, desde mi punto de vista, hicieron bien en manejar el asunto como lo hicieron y yo creo que sí. Agradezco su honestidad y, en su momento, agradecí el ENORME esfuerzo económico y logístico que ella y mi papá llevaban a cabo para poder comprarnos la mayoría de las cosas que pedíamos (también me tocó que me dijeran que no a alguna petición, y es más, tengo una anécdota del Fantasicosas que alguna vez escribiré que ahora nos da mucha risa a mi mamá y a mí).

Para nosotros, todo el asunto era un juego, no había cinismo ni mentiras, era un juego en el cual mis papás decían cosas como "¿y ya escribieron su cartita? Si no la hacen los Reyes no van a venir ¿eh?" y nosotros escribíamos la carta SIEMPRE dirigiéndonos a los Reyes, siempre esperándolos por su nombre. No crean que íbamos con mis papás a decirles "ah, para el 6 de enero quiero tal y tal", no, nosotros jugábamos a los Reyes con mis papás y tengo muy bellos recuerdos de ello. Era un juego tan elaborado que nosotros JAMAS vimos a mis papás poner los regalos bajo el árbol y cuando fuimos pequeños nunca nos encontramos los regalos antes de tiempo, ni las cartitas que envíabamos ni nada.

Tengo la impresión de que muchas familias en realidad están jugando y pretenden que no. Muchos niños saben la verdad, pero no les dicen a sus papás que la saben, y estos no les dicen directamente la verdad tampoco a pesar de que saben, o sospechan, que los niños ya la saben; es un juego, parecido al que nosotros jugábamos, la diferencia es que en el nuestro la verdad estaba completamente al descubierto, nada más.

Tantos recuerdos buenos tengo, que quiero jugar el mismo juego con mis hijos. No, no teman, no me voy a sentar con ellos el próximo diciembre que la Frijolita tenga más conciencia de lo que se le explica, a decirle "es todo una falacia niñaaaaaaa" ¡claro que no! Si me encanta su carita de emoción cuando ve algo navideño y dice "is Kizmaff!!" o "mami, mami, is Santaaaa!!". Lo que haremos es jugar con ellos, y cuando me pregunten si todo es realidad o no, les diré la verdad: que es un juego muy lindo en honor a los Reyes y a Santa, y les explicaremos el origen de las tradiciones y las leyendas.

¿Ven? No es para quemarme en leña verde, eso es para las brujas, y además, las brujas tampoco existen, me lo dijeron mis papás.