Antes de embarazarme tenía muchas ideas sobre qué tipo de mamá quería ser, cómo quería vivir mi embarazo, qué tipo de parto quería tener y cómo quería criar a mis hijos. Creía poseer la suficiente información para tener una claridad absoluta sobre cómo hacer las cosas y pensaba que estaba preparada para hacer que todo fuera como yo lo había deseado.
Pero si algo nos enseñan los embarazos y los hijos es que puedes tomar tus ideas, deseos y propósitos y tirarlos por la ventana porque muy pronto descubres que la maternidad no es como la imaginabas ni como la planeabas sino es... como es. Aprendes que a veces no hay tiempo ni posibilidades para que todo salga como esperas y aprendes que la personita que traes al mundo tiene una personalidad propia y por tanto necesidades y gustos que pueden diferir de lo que tenías en mente antes de conocerla. Y claro, también aprendes que tu propia voluntad no es tan de acero como pensabas y que tu cuerpo no responde necesariamente de la forma en que quieres que lo haga.
Por pura diversión, aquí les va la primera parte de mi comparativo de lo que yo pensaba que sería contra lo que terminó siendo y lo que aprendí en el proceso:
Advertencia: Como siempre, mis posts son ante todo descriptivos de mi loca vida. No soy experta en NADA -vamos, ni en ser yo- pero así me tocó vivir y algo he de haber aprendido en el camino. Espero que se rían y hasta que me compadezcan, pero no tomen a mal mis vivencias o mi forma de pensar.
Advertencia: Como siempre, mis posts son ante todo descriptivos de mi loca vida. No soy experta en NADA -vamos, ni en ser yo- pero así me tocó vivir y algo he de haber aprendido en el camino. Espero que se rían y hasta que me compadezcan, pero no tomen a mal mis vivencias o mi forma de pensar.
Del peso
Lo que pensaba: Me voy a cuidar muchísimo, no voy a subir de peso más que lo necesario, haré yoga y ejercicio todo el tiempo y recuperaré mi figura de inmediato.
Lo que fue: ¡JA JA JA y más JA! ¿Por dónde empezar? Pasé los primeros tres meses vomitando todo lo que comía, quedándome dormida en TODOS lados y sintiéndome lo más cansada que me he sentido en toda la vida, así que para el cuarto mes me dije "merezco un descanso, he pasado todos mis veinte haciendo ejercicio y cuidando absolutamente todo lo que como, así que me daré todos los gustos que me he negado estos años durante unas cuantas semanas"... que se volvieron siete meses. Creo que me desquité de todas las dietas y horas en el gimnasio a las que tuve sometido a mi pobre cuerpo y me fui al otro extremo del espectro. Oh sí, me quité mis pantalones talla 2 (ok, 4, ash), mis tacones altísimos, me puse un batolongo y unas chanclas y me puse a tragar Cheetos y pizza enfrente de la tele (eso sí, nada de Coca jaja). Corte a: "oooops Galle, subiste 35 kilos" Sí ¡TREINTA Y CINCO! Oink.
Lo que aprendí: No tengo pretexto, me tiré vilmente a la gula a sabiendas de que no era lo mejor ni para mí ni para mi bebé. No puedo decir que "no sabía" porque había leído mucho de nutrición, pero simple y sencillamente tomé el camino más fácil porque tenía hambre y sueño y no quería hacer nada. La enseñanza más grande que me quedó de esta experiencia es que es facilísimo subir 35 kilos, pero no es NADA fácil bajarlos, me ha tomado casi un año bajar 28 de los 35 kilos que subí y no he recuperado ni en un 40% la condición física que tenía. Si bien agradezco que al esposo no le importe cómo me vea, la realidad es que a mí sí me importa y tengo que cuidarme más para que YO esté más contenta conmigo misma. "Para la próxima" definitivamente no me tiraré al carbohidrato y la manteca, me cuidaré muchísimo más y trataré de mantenerme activa.
De mi apariencia
Lo que pensaba: Si me embarro todas las cremas "carísimas de París" que me pueda encontrar, no me saldrá ni una estría. Me arreglaré todos los días para verme bonita y me tomaré un estudio fotográfico súper artístico por ahí del octavo mes.
Lo que fue: No ahondaré en el tema de las estrías, sólo les diré que sería varios cientos de dólares menos pobre y me vería igual si le hubiera hecho caso al cínico, pero sincero, médico que me atendía en Tomatito, las estrías son parte del embarazo y dependen mucho de la carga genética de cada mujer. Por lo demás, arreglarse diario para verse como princesa resulta complicado, que no imposible, si lo único que quieres hacer es dormir,vomitar o ir al baño, pero ¿fotos con 35 kilos de más, ojerosa y con la cara hinchadísima? AJA.
Lo que aprendí: Sobre las estrías, sólo tengo tres palabras: genética mata cremita. Si no se han embarazado les garantizo que les dirán de todo, que se compren la crema que cuesta 200 dólares por 10 ml, que se compren el aceite de almendras que cuesta 5 dólares por 10 litros, que coman mucho salmón, que se atasquen de linaza, que le recen a San Chuchito de las Cicatrices etc., etc., etc.; pero yo sólo les recomendaré que vayan a ver a su mamá, le levanten la blusa (con su permiso, claro) y le vean la panza... ¿no se ha hecho abdominoplastía y su pancita está lisa y perfecta? FELICIDADES, se sacaron la lotería genética (y las envidio). ¿No se ha hecho abdominiplastía y su pancita parece mapa de la hidrografía de México? Abran una cuenta de banco para ir ahorrando para su cirugía o acepten felizmente la piel que su mamita les heredó. El embarazo no es necesariamente la etapa ideal, maravillosa y de ensueño que muchas veces pensamos, es un proceso difícil para el cuerpo que está ni más ni menos que ¡creando vida! Algunas mujeres son afortunadas, además de que seguramente no se dedican a comer pizza frente a la tele, y logran verse preciosas durante todo el embarazo. Yo definitivamente no fui una de ellas y aunque sí me tomé fotos de perfil cada semana para ir viendo el crecimiento de mi panza, no pude tomarme el estudio que siempre quise porque lo que menos necesito es una foto tamaño poster en mi sala que me recuerde más al hipopótamo de Fantasía que a mí misma.
Del parto
Lo que pensaba: Parto natural, absoluta y completamente NA-TU-RAL. No sólo no quiero epidural, no quiero NADA, pura respiración y concentración, puros masajitos y aromaterapia. De ser posible, quiero un parto acuático en la comodidad de mi hogar.
Lo que fue: Apenas terminé de decir "parto acuático" el esposo dijo "¿qué, somos hippies? ¿acaso estamos en los sesenta? ¿estás loca? ¡sobre mi cadáver!". Ante mi insistencia, dijo "pregúntale a tus papás, que ellos tengan la última palabra"; apenas le terminé de decir a mi papá, alias el Doctor de los Bigotes, "parto acuá..." él dijo "¡¡¡NO!!!" y lo dejé por la paz. Insistí en un parto natural sin nada de medicinas, pero no contaba con la astucia de mi placenta que maduró antes de lo necesario, ni con el líquido amniótico que no era suficiente, y mucho menos con la maldita urticaria que me atacó violentamente. La urticaria del embarazo (Pruritic Urticarial Papules and Plaques of Pregnancy... PUPPP para los cuates) la sufre el 1% de las mujeres embarazadas ¡wiiiiiiii, qué suertuda, soy especiaaaaaaaaal! (inserte sarcasmo) y es lo más molesto y desesperante que me ha pasado; nunca había sentido una comezón tan intensa, las ronchas estaban en todos lados, mis brazos, mis piernas, las palmas de las manos, las plantas de los pies, en la panza ¡adentro del ombligo! Como no me podían dar nada más que cremitas y baños inútiles, me metía a bañar para rascarme a escondidas con un zacate hasta sangrar, lo cual sólo provocaba más comezón. Nomás para que me acompañen en mi dolor les mostraré que me veía más o menos así y además, les mostraré una foto de mi brazo cuando las ronchas APENAS comenzaban:
Desmáyense mil
Mi doctora ya había sugerido una cesárea para finales de diciembre, pero entre placentas maduras, falta de líquido amniótico, ronchas por doquier, náuseas todo el día, una infección urinaria y 35 kilos de más, una semana antes de la fecha programada irrumpí en su consultorio para suplicar piedad "¡sáquenla yaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!" y al otro día fue la cesárea.
¿Parto natural en agua? Aja.
Lo que aprendí: Creo que una debe tener el parto que desea, siempre y cuando el papá del bebé, si pinta en el asunto, esté de acuerdo. Si deseamos un papá involucrado hay que dejarlo opinar y participar en las decisiones importantes; sí, el cuerpo embarazado es "de una", pero el cuerpecito adentro es de los dos. El tema de las cesáreas innecesarias es polémico y escabroso, en mi caso, confío plenamente en lo decidido por mi doctora porque además de todo, quien hacía los ultrasonidos que sustentaban su diagnóstico era mi papá, y sé que él apoyaba mi idea de un parto natural y que no dejaría que me sometieran a una cirugía mayor nada más porque sí. Ya tomada la decisión sobre qué parto se desea, hay que informarse y prepararse bien... pero también prepararse mentalmente para la posibilidad de que al final las cosas no salgan como una las desea y no atormentarse demasiado con lo que no fue (algo que, he de confesar, aún a la fecha me cuesta un poco de trabajo). No soy muy fan de la cesárea, no me gustó el proceso en sí, estás medio noqueada, no ves nada, no puedes mover los brazos, y te pierdes de la posibilidad de conocer de inmediato a tu bebé, peeeeeeeero así tuvo que ser, y creo que no hay que perder de vista que es más importante el bienestar del bebé y el tuyo mismo que la realización de cualquier fantasía o deseo. Al final, lo que importa es que el bebé llegue con bien, la maternidad es para siempre, y vendrán muchos momentos hermosos y atesorables.
De la leche (uuuuuuuh, tema escabroso)
Lo que pensaba: Mis bebés serán amamantados EXCLUSIVAMENTE, nada de biberones, nada de fórmula.
Lo que fue: Sí claro, mis amigas me habían dicho que dolía mucho y que podía ser muy difícil, pero yo pensaba "bah, me hará los mandados", claro, hasta que la Frijolita trató de prenderse por primera vez y no nos acomodamos, hasta que descubrí que esa boquita tan chiquita tenía una fuerza increíble, hasta que comenzaron las grietas, la sangre, el dolor, la frustración, las prolactivistas extremas, hasta que se acabó la licencia de maternidad y el tiraleche me lastimó aún más... hasta que terminé por abandonar la lactancia a los TRES meses".
Lo que aprendí: La lactancia es lo mejor para el bebé y su mamá, y es la manera natural de alimentarlo, pero no le "sale" por instinto ni a uno ni al otro, hay que aprender a amamantar y hay que tener paciencia y bastante tolerancia al dolor, por lo menos al principio. No me arrepiento de haber abandonado la lactancia porque sé que en su momento era lo mejor para la Frijolita y para mí (comenzaba a sentir mucho resentimiento cada vez que ella quería comer) y sé que, aunque las extremistas digan lo contrario, no estoy envenenando a mi hija con la fórmula. Le daré una segunda oportunidad a la lactancia, y esta vez espero contar con mucho más apoyo virtual y en vivo para lograr mi objetivo. El tema en definitiva da para uno, dos, diez, cien posts y tengo mis muy personales puntos de vista acerca de la lactancia, las prolactivistas y los fabricantes de fórmula, pero este no es el momento para escribir de ello. Baste decir que algo que pensé que sería muy sencillo terminó por convertirse en el reto más grande que he vivido no sólo como mamá sino como mujer y que aunque con la Frijolita las cosas no salieron bien y decidimos optar por el biberón y la fórmula, espero que todo sea distinto con otro bebé.
TO BE CONTINUED...
TO BE CONTINUED...