Una de las cosas que más me gustan de este blog es que a través de él he conocido a otras mamás y otros papás que me dan sus puntos de vista y me dejan saber que no estoy sola... ni loca.
Recibí comentarios y mensajitos privados por este medio, por Twitter y por correo con respecto a mi eterno tema sobre el sueño y me doy cuenta de que no estamos solos y que no estamos haciendo nada mal.
A veces me da la impresión de que en culturas como esta, en la que vivo y a la que pertenece el esposo, se espera que los niños se comporten de una manera independiente y madura desde una edad muy, muy, temprana. No sólo deben dormir de corrido desde los tres o seis meses sino que deben de dormir solos, en su propia recámara, dándole espacio a los papás. Además, se espera que no lloren casi nunca o que se les deje en paz si lloran para que "se aburran solos", que no se "embracilen" y que se "comporten" en todo momento.
En pocas palabras, a veces me da la impresión de que esperamos parir pequeños adultitos que razonen que sus papás necesitan tiempo a solas, que entiendan que deben de dormir para que sus papás no se cansen y se levanten relajados y descansados al día siguiente, que no fastidien con que los carguen, que no sean llorones y que se porten siempre bien. Por eso, se critica a los papás que se deciden por el colecho, a los que cargan "demasiado" a sus hijos, a los que responden a sus necesidades "demasiado rápido", a los que se deciden por una crianza con apego.
Parece que se nos olvida que los bebés actúan de acuerdo a sus instintos y no de acuerdo a la forma en la que se supone deben comportarse.
Parece que se nos olvida que los bebés actúan de acuerdo a sus instintos y no de acuerdo a la forma en la que se supone deben comportarse.
Una prima me contó hace poco que una tía nuestra la regañó fuertemente cuando la escuchó hablarle a su hijito de dos años con voz juguetona, "ash, no le hables así, le hablas como niño chiquito" a lo que ella contestó confundida "es un niño, tía" (y nomás para el chisme y la anécdota, les cuento que mi tía crió a su propia hija con esa mentalidad de no chiquearla y lalalá, y ahora es una mujer de 40 que se comporta como muchachita de 20, que siempre ha tenido la vida hecha un relajo y que NO se lleva NADA bien con ella... ahí se los dejo). ¿Por qué pareciera que a muchos les molesta que los niños se comporten como niños?
En el asunto del sueño, me da la impresión de que hemos llegado al punto en que medimos nuestro éxito como padres y el desempeño de nuestros hijos de acuerdo a las horas que duermen de corrido.
La mamá tuitera @Pat1228 me comenta que hay estudios que manifiestan que el 70% de los niños menores de dos años NO duerme de corrido y que ha llegado a la conclusión de que entonces un enorme porcentaje de papás que jura que sus niños duermen toda la noche miente... o tuvo suerte unas semanas o un par de meses.
Hace poco, una de mis amigas que había publicado hace tiempo en Facebook que su bebé de un mes ya dormía de corrido me contó que eso duró muy poco y que ahora la bebé, que tiene seis meses, se sigue despertando en la noche, a veces más, a veces menos. Otra amiga me contó que ella durante el primer año y medio no tuvo problemas con que su hijo durmiera en su propia cuna en su propia recámara porque fue muy estricta con la forma en que tenía que dormir y que pasados los dos años tuvo una época en la que diario se pasaba a su cama por las noches, época que terminó meses después así como si nada. Si a eso le sumo los mensajitos que recibí de otras mamás que me comentaron que sus bebés tampoco duermen toda la noche de corrido, creo entonces que no somos la excepción y me parece bastante plausible que muchos padres mientan sobre cómo duermen sus hijos.
¿Pero por qué mentimos? Vuelvo a lo mismo, porque al parecer pensamos que un niño que duerme de corrido es la prueba irrefutable de que somos excelentes padres y que tenemos un hijo perfecto.
Quizá el problema es que nuestro concepto de perfección está basado en una serie de expectativas que nos llegan de todos lados. No dejo de sorprenderme cada que leo sobre papás que esperan con ansia que su hij@ pueda caminar para meterlos a hacer deporte, o los que quieren enseñarle a leer a los dos años, o los que quieren que sean políglotas antes de entrar a la primaria, o los que esperan que sea un genio musical y los meten a clases de piano a los tres; y claro, estan ... estamos, todos los papás que apenas nace el bebé esperamos que duerma de corrido lo más pronto posible. Es absolutamente normal que deseemos lo mejor para nuestros hijos y que esperemos mucho de ellos, pero llegar al punto de exigir de ellos más de lo que pueden, o deben, hacer, me parece ingenuo, por decir lo menos.
El esposo y yo seguiremos intentando que la Frijolita duerma mejor, pero estamos entendiendo que la regulación de su sueño no es algo que podamos arreglar mágicamente, sino que es un proceso propio de ella que con el tiempo se estabilizará y algún día todos podremos descansar mejor.
El esposo y yo seguiremos intentando que la Frijolita duerma mejor, pero estamos entendiendo que la regulación de su sueño no es algo que podamos arreglar mágicamente, sino que es un proceso propio de ella que con el tiempo se estabilizará y algún día todos podremos descansar mejor.
Lo que sí puedo decir con total certeza es que en definitiva somos partidarios del colecho, fue, si no la solución mágica que esperábamos, una gran ayuda para que descansáramos un poquito más. Cada vez nos convencemos más de que no queremos dejarla llorar. No confundamos el no dejarla llorar con volverla una niña berrinchuda, quizá la línea que los divide sea muy finita, pero no es lo mismo. Ya desde ahora distinguimos sus llantos falsos o innecesarios -cuando le quitamos un objeto que puede hacerle daño, por ejemplo, o cuando se molesta porque no dejamos que tire su comida al suelo para compartirla con nuestra perrita- y le explicamos el por qué no puede hacer lo que quiere en ese momento y la distraemos con algo más; pero nos rehusámos a meterla en su cuna, apagar la luz y salirnos, aunque sea por tres minutos y oirla berrear desesperadamente con el pretexto de que "debe entender" que debe de dormir sola y de corrido.
Ayer le comentaba a una muy querida amiga que no me trago el argumento de que los niños "se aburren" de llorar y se quedan dormidos. No, los niños no se aburren de llorar y se quedan dormidos, se quedan dormidos porque están exhaustos, igual que nos quedamos dormidos los adultos cuando algo sumamente triste o traumático nos pasa y lloramos en nuestra cama por muchas horas hasta que el agotamiento termina por hacernos dormir. ¿Ese es el tipo de sueño que deseamos para nuestra hija? Definitivamente NO.
Creo que los métodos donde se deja llorar a los bebés pueden funcionarle a algunas familias, sobre todo los menos agresivos (he oido comentarios muy positivos sobre el método ilustado en el libro "Duérmete niño" por parte de varias amigas, y ayer Salvajemente también me lo recomendó) pero creo que NINGÚN método es el ideal para todas las familias y nosotros ya comprobamos que dejar llorar no es para nosotros. Afortunadamente tanto el esposo como yo estamos en la misma página, así que ya que decidimos que estamos comprometidos con el colecho, lo llevaremos a cabo de la mejor manera posible (Salvajemente también mencionó algo que me pareció muy cierto, hay que estar muy convencidos y seguros de la técnica a aplicar, porque otra cosa que los bebés necesitan es constancia).
Y por cierto, creo que esto alegra mucho a mi mamá porque cuando le dije que estábamos intentando el método Ferber me dijo que no se lo iba a mencionar a mi papá porque el asunto iba a molestarlo muchísimo, y cuando lo abandonamos me dijo "qué bueno, porque nosotros NUNCA los dejamos llorar y no estaba muy de acuerdo con la idea". Así es, mis papás no me dejaban llorar y mírenme, ni apego enfermo, ni desequilibrios psiquiátricos ni nada, al contrario, llevo una relación sumamente cercana con mis papás, respetuosa y muy amorosa. Creo que mis papás, sin leer al respecto, se fueron por la crianza con apego y por el no llorar. Se guiaron por sus instintos e hicieron lo que les dictó el corazón.
A lo mejor eso es lo que nos hace falta, seguir más nuestro instinto y leer menos a los expertos y doctores.
Creo que los métodos donde se deja llorar a los bebés pueden funcionarle a algunas familias, sobre todo los menos agresivos (he oido comentarios muy positivos sobre el método ilustado en el libro "Duérmete niño" por parte de varias amigas, y ayer Salvajemente también me lo recomendó) pero creo que NINGÚN método es el ideal para todas las familias y nosotros ya comprobamos que dejar llorar no es para nosotros. Afortunadamente tanto el esposo como yo estamos en la misma página, así que ya que decidimos que estamos comprometidos con el colecho, lo llevaremos a cabo de la mejor manera posible (Salvajemente también mencionó algo que me pareció muy cierto, hay que estar muy convencidos y seguros de la técnica a aplicar, porque otra cosa que los bebés necesitan es constancia).
Y por cierto, creo que esto alegra mucho a mi mamá porque cuando le dije que estábamos intentando el método Ferber me dijo que no se lo iba a mencionar a mi papá porque el asunto iba a molestarlo muchísimo, y cuando lo abandonamos me dijo "qué bueno, porque nosotros NUNCA los dejamos llorar y no estaba muy de acuerdo con la idea". Así es, mis papás no me dejaban llorar y mírenme, ni apego enfermo, ni desequilibrios psiquiátricos ni nada, al contrario, llevo una relación sumamente cercana con mis papás, respetuosa y muy amorosa. Creo que mis papás, sin leer al respecto, se fueron por la crianza con apego y por el no llorar. Se guiaron por sus instintos e hicieron lo que les dictó el corazón.
A lo mejor eso es lo que nos hace falta, seguir más nuestro instinto y leer menos a los expertos y doctores.