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Wednesday, November 24, 2010

Expectativas y realidades

Una de las cosas que más me gustan de este blog es que a través de él he conocido a otras mamás y otros papás que me dan sus puntos de vista y me dejan saber que no estoy sola...  ni loca.

Recibí comentarios y mensajitos privados por este medio, por Twitter y por correo con respecto a mi eterno tema sobre el sueño y me doy cuenta de que no estamos solos y que no estamos haciendo nada mal.

A veces me da la impresión de que en culturas como esta, en la que vivo y a la que pertenece el esposo, se espera que los niños se comporten de una manera independiente y madura desde una edad muy, muy, temprana. No sólo deben dormir de corrido desde los tres o seis meses sino que deben de dormir solos, en su propia recámara, dándole espacio a los papás. Además, se espera que no lloren casi nunca o que se les deje en paz si lloran para que "se aburran solos", que no se "embracilen" y que se "comporten" en todo momento.

En pocas palabras, a veces me da la impresión de que esperamos parir pequeños adultitos que razonen que sus papás necesitan tiempo a solas, que entiendan que deben de dormir para que sus papás no se cansen y se levanten relajados y descansados al día siguiente, que no fastidien con que los carguen, que no sean llorones y que se porten siempre bien. Por eso, se critica a los papás que se deciden por el colecho, a los que cargan "demasiado" a sus hijos, a los que responden a sus necesidades "demasiado rápido", a los que se deciden por una crianza con apego.

Parece que se nos olvida que los bebés actúan de acuerdo a sus instintos y no de acuerdo a la forma en la que se supone deben comportarse.
Una prima me contó hace poco que una tía nuestra la regañó fuertemente cuando la escuchó hablarle a su hijito de dos años con voz juguetona, "ash, no le hables así, le hablas como niño chiquito" a lo que ella contestó confundida "es un niño, tía" (y nomás para el chisme y la anécdota, les cuento que mi tía crió a su propia hija con esa mentalidad de no chiquearla y lalalá, y ahora es una mujer de 40 que se comporta como muchachita de 20, que siempre ha tenido la vida hecha un relajo y que NO se lleva NADA bien con ella... ahí se los dejo). ¿Por qué pareciera que a muchos les molesta que los niños se comporten como niños?
En el asunto del sueño, me da la impresión de que hemos llegado al punto en que medimos nuestro éxito como padres y el desempeño de nuestros hijos de acuerdo a las horas que duermen de corrido.

La mamá tuitera  me comenta que hay estudios que manifiestan que el 70% de los niños menores de dos años NO duerme de corrido y que ha llegado a la conclusión de que entonces un enorme porcentaje de papás que jura que sus niños duermen toda la noche miente... o tuvo suerte unas semanas o un par de meses.

Hace poco, una de mis amigas que había publicado hace tiempo en Facebook que su bebé de un mes ya dormía de corrido me contó que eso duró muy poco y que ahora la bebé, que tiene seis meses, se sigue despertando en la noche, a veces más, a veces menos. Otra amiga me contó que ella durante el primer año y medio no tuvo problemas con que su hijo durmiera en su propia cuna en su propia recámara porque fue muy estricta con la forma en que tenía que dormir y que pasados los dos años tuvo una época en la que diario se pasaba a su cama por las noches, época que terminó meses después así como si nada. Si a eso le sumo los mensajitos que recibí de otras mamás que me comentaron que sus bebés tampoco duermen toda la noche de corrido, creo entonces que no somos la excepción y me parece bastante plausible que muchos padres mientan sobre cómo duermen sus hijos.

¿Pero por qué mentimos? Vuelvo a lo mismo, porque al parecer pensamos que un niño que duerme de corrido es la prueba irrefutable de que somos excelentes padres y que tenemos un hijo perfecto. 

Quizá el problema es que nuestro concepto de perfección está basado en una serie de expectativas que nos llegan de todos lados. No dejo de sorprenderme cada que leo sobre papás que esperan con ansia que su hij@ pueda caminar para meterlos a hacer deporte, o los que quieren enseñarle a leer a los dos años, o los que quieren que sean políglotas antes de entrar a la primaria, o los que esperan que sea un genio musical y los meten a clases de piano a los tres; y claro, estan ... estamos, todos los papás que apenas nace el bebé esperamos que duerma de corrido lo más pronto posible. Es absolutamente normal que deseemos lo mejor para nuestros hijos y que esperemos mucho de ellos, pero llegar al punto de exigir de ellos más de lo que pueden, o deben, hacer, me parece ingenuo, por decir lo menos.

El esposo y yo seguiremos intentando que la Frijolita duerma mejor, pero estamos entendiendo que la regulación de su sueño no es algo que podamos arreglar mágicamente, sino que es un proceso propio de ella que con el tiempo se estabilizará y  algún día todos podremos descansar mejor.

Lo que sí puedo decir con total certeza es que en definitiva somos partidarios del colecho, fue, si no la solución mágica que esperábamos, una gran ayuda para que descansáramos un poquito más. Cada vez nos convencemos más de que no queremos dejarla llorar. No confundamos el no dejarla llorar con volverla una niña berrinchuda, quizá la línea que los divide sea muy finita, pero no es lo mismo. Ya desde ahora distinguimos sus llantos falsos o innecesarios -cuando le quitamos un objeto que puede hacerle daño, por ejemplo, o cuando se molesta porque no dejamos que tire su comida al suelo para compartirla con nuestra perrita- y le explicamos el por qué no puede hacer lo que quiere en ese momento y la distraemos con algo más; pero nos rehusámos a meterla en su cuna, apagar la luz y salirnos, aunque sea por tres minutos y oirla berrear desesperadamente con el pretexto de que "debe entender" que debe de dormir sola y de corrido.

Ayer le comentaba a una muy querida amiga que no me trago el argumento de que los niños "se aburren" de llorar y se quedan dormidos. No, los niños no se aburren de llorar y se quedan dormidos, se quedan dormidos porque están exhaustos, igual que nos quedamos dormidos los adultos cuando algo sumamente triste o traumático nos pasa y lloramos en nuestra cama por muchas horas hasta que el agotamiento termina por hacernos dormir. ¿Ese es el tipo de sueño que deseamos para nuestra hija? Definitivamente NO.

Creo que los métodos donde se deja llorar a los bebés pueden funcionarle a algunas familias, sobre todo los menos agresivos (he oido comentarios muy positivos sobre el método ilustado en el libro "Duérmete niño" por parte de varias amigas, y ayer Salvajemente también me lo recomendó) pero creo que NINGÚN método es el ideal para todas las familias y nosotros ya comprobamos que dejar llorar no es para nosotros. Afortunadamente tanto el esposo como yo estamos en la misma página, así que ya que decidimos que estamos comprometidos con el colecho, lo llevaremos a cabo de la mejor manera posible (Salvajemente también mencionó algo que me pareció muy cierto, hay que estar muy convencidos y seguros de la técnica a aplicar, porque otra cosa que los bebés necesitan es constancia).

Y por cierto, creo que esto alegra mucho a mi mamá porque cuando le dije que estábamos intentando el método Ferber me dijo que no se lo iba a mencionar a mi papá porque el asunto iba a molestarlo muchísimo, y cuando lo abandonamos me dijo "qué bueno, porque nosotros NUNCA los dejamos llorar y no estaba muy de acuerdo con la idea". Así es, mis papás no me dejaban llorar y mírenme, ni apego enfermo, ni desequilibrios psiquiátricos ni nada, al contrario, llevo una relación sumamente cercana con mis papás, respetuosa y muy amorosa. Creo que mis papás, sin leer al respecto, se fueron por la crianza con apego y por el no llorar. Se guiaron por sus instintos e hicieron lo que les dictó el corazón.

A lo mejor eso es lo que nos hace falta, seguir más nuestro instinto y leer menos a los expertos y doctores.

Tuesday, November 23, 2010

¿Lo estamos haciendo todo mal?

Yo no sé si todos los papás tengan días así, pero para mí, hoy es uno de esos días en los que me pregunto si absolutamente todo lo que estamos haciendo está mal. Como siempre, nuestro gran problema con la Frijolita es su forma de dormir.

Las cosas han mejorado muchísimo desde que decidimos, hace como tres meses, que durmiera con nosotros, el colecho o co-sleeping fue una decisión que tomamos en un momento en el que yo, que soy la que se encarga de manera exclusiva de la bebé durante las noches, no podía más. Por algunos lados, especialmente por parte de la familia del Maple Pie, he recibido muchas críticas, que si el colecho no nos va a traer más que problemas después, que si estoy fomentando un apego nada sano de la Frijolita hacia nosotros, que si mi vida en pareja se va a ir por el caño... yo nada más quiero decir esto: antes de decidirnos por el colecho, durante OCHO meses seguimos al pie de la letra las "instrucciones" para que la bebé durmiera de corrido toda la noche. Me apegué estrictamente a una rutina nocturna que iba más o menos así y comenzaba a las 7.30 pm: leche- baño- masaje- cuento y canción de cuna en la mecedora- más leche- besito de buenas noches- cuna y todas y cada una de las noches la Frijolita dormía por únicamente dos horas y entonces comenzaba el resto de mi noche que iba así hasta las 7.30 am: escuchar el llanto de la bebé - ir hacia su cuna- sentarme con ella en la mecedora- darle leche- arrullarla- ponerla de nuevo en su cuna- irme a acostar- tratar de conciliar el sueño- quedarme dormida por una o dos horas (máximo)- escuchar el llanto de la bebé. Repitan eso una y otra y otra vez durante ocho meses y el resultado final es una mujer muy cansada, muy frustrada y muy, MUY, iracunda.

Por ahí del séptimo mes nos dimos cuenta de que la situación era insostenible cuando el esposo comenzó a percatarse de que cada vez me levantaba más enojada y de que me estaba empezando a jalar el cabello y a pegarme en la cabeza con la palma de la mano cuando arrullaba a la bebé en la mecedora en mi desesperación porque se durmiera. Una noche escuchó que le levanté la voz a la bebé diciéndole "¿qué quiereeeeeeeees?" y entonces corrió a su cuarto, la tomó de mis brazos y me pidió, muy tranquilamente, que me fuera a acostar con la promesa de que él se encargaría de ella. Yo obedecí pero pasé el resto de la madrugada -que no era mucho porque eran como las 4 AM- llorando no sólo porque me sentía culpable de haberle gritado a mi nena sino porque sentía muy muy claro dentro de mí que ya había llegado a mi límite.

Pero lo que hacía más complicados mis días y mis noches era el bombardeo de información por todos lados, en Internet leía una cosa, mi mamá me decía otra, mis amigas otra, mis suegros otra más... era todo muy confuso y muy frustrante. Sobre todo, me frustraba escuchar las historias de otros papás y sus bebés maravillosos que dormían 8, 10, 12, 14 horas seguidas sin moverse siquiera desde los tres meses.

La pregunta que más me hacía era "¿qué estamos haciendo mal?". No entendía lo que pasaba si estaba siguiendo al pie de la letra las instrucciones de los libros y sitios sobre bebés de mejor reputación. Fue justo en uno de esos sitios que me encontré con la explicación sobre el método Ferber o Cry Out y decidimos intentarlo.

Ya he comentado en este post (click, click, click) cómo nos fue con el método Ferber y conté por qué decidimos intentar la estrategia totalmente opuesta este este post , así que en esta ocasión me saltaré hasta el momento en el que decidimos que la única solución era intentar el colecho.

Creo que lo que nos hizo decidirnos a intentar el colecho fueron algunas cosas que leí en The No-Cry Sleep Solution: Gentle Ways to Help Your Baby Sleep Through the Night de Elizabeth Pantley, varias pláticas largas con mi mamá y un par de correos muy útiles y que me salvaron de la locura por parte de mi lectora Sara (¡hola Saraaaaaaaa!). En definitiva  no me arrepiento, aunque dormir con mi bebé era una de esas cosas que yo decía que "nunca" iba a hacer y tuve que tragarme mis palabras; por fin pude dormir un poco mejor y, la mera verdad, no hay nada más lindo que dormir con ese pedacito de cielo cerca de mí.

Además, en Twitter he encontrado a muchas mamás pro- colecho que refuerzan mi convencimiento de que no sólo no se trata de algo "malo" sino que provee muchas ventajas y es una estrategia del método de crianza con apego, del que algún día les platicaré.

Peeeeeeeero (oh sí, hay un pero) la realidad, la tristísima realidad, es que la Frijolita se sigue despertando cada dos horas, o a veces cada hora, TODAS las noches; el único cambio, sustancial y vital creo yo, es que ahora en lugar de pararme de mi cama cinco o más veces para volverla a dormir, sólo me volteo, le doy leche y nos volvemos a dormir. Esa situación está, créanmelo, MUY lejos de ser ideal, porque el sueño de los tres se sigue interrumpiendo y seguimos un tanto frustrados y desesperados.

Antes de que me regañen las mamás prolactivistas, que admiro y aprecio mucho, echándole la culpa al biberón de todos los males que me acechan y diciéndome que la fórmula y el veneno para ratas son la misma cosa, déjenme nada más decirles que no, este post no se trata de lactancia, ya luego nos echamos ese round, por ahora ya no tiene caso volver al punto de si hice mal o no en abandonar la lactancia (pero por cierto, yo creo que en su momento hice lo correcto para NOSOTROS y mis chichis sangrantes y agrietadas). Ya, el hecho es que la Frijolita toma fórmula en biberón y ya ni cómo cambiar esa situación a estas alturas (¿o habrá alguien que me salga con que sí se puede relactar después de ocho meses?).

Lo que en realidad me encantaría saber es qué hacer para que la Frijolita duerma de corrido sin tener que tomar DOCE onzas de leche durante la noche (socorro). Vuelvo a lo mismo ¿qué estamos haciendo mal? Su rutina nocturna es casi la misma con la enorme diferencia de que ahora en lugar de ponerla en su cuna la pongo en nuestra cama, come MUY bien, está sana (el doctor descartó cualquier problema y me dijo el temidísimo "todos los niños son diferentes, algunos regulan su sueño hasta después de los tres años"). ¿Qué está pasando?

¿Será verdad? ¿Será que va a dormir de corrido hasta después de los tres años y entonces me esperan dos años y un mes más de tortura? ¿Me va a pasar como a Sara, que tuvo otro bebé y el bebé empezó a dormir toda la noche antes que su hermano mayor?

¿Habrá esperanza para nosotros? ¿Qué estamos haciendo mal?